Oscar Clemente Marroquín
ocmarroq@lahora.com.gt
Cuando Todd Robinson se desempeñó como Embajador de Estados Unidos en Guatemala jugó un papel importante en el apoyo a los esfuerzos contra la corrupción en nuestro país y eso le significó que, aun siendo el Embajador de la principal potencia mundial, fuera atacado de manera inmisericorde por quienes se sintieron agraviados por sus actos. Nombrado como Embajador en tiempos de Barack Obama, sus enemigos aquí que veían también a Obama como un izquierdista empeñado en hacerle daño al país, lanzaron toda clase de epítetos contra Robinson y cuando se produjo el triunfo de Trump se organizaron grupos para ir a cabildear a Washington para “explicarle” a los republicanos y al mismo Trump el perverso papel de un diplomático que pretendía convertir a Guatemala en otra Venezuela, argumento repetido una y otra vez por mucha gente tanto en nuestro país como en los Estados Unidos.
Hoy Todd Robinson hace sus maletas en Caracas para salir expulsado de Venezuela porque el gobierno de Maduro lo declaró persona non grata y enemigo de la Revolución Bolivariana. Se le acusa de haber estado usando su posición como Encargado de Negocios para alentar a las fuerzas democráticas de la oposición y minar el régimen revolucionario que acaba de realizar una elección que ganó en medio de señalamientos de vicios en el proceso.
Cuando Todd fue nombrado Encargado de Negocios en Venezuela le expresé mi deseo de que tuviera una exitosa gestión, pero le dije que entendía que en el desempeño de su función sería tanto o más incomprendido de lo que fue en Guatemala. Hoy los hechos confirman que al cumplir con la misión que le corresponde y que en el servicio exterior de los Estados Unidos no es llevar la agenda personal de los presidentes sino la agenda institucional de los intereses del país, sería acreedor a la animadversión del gobierno venezolano y de los simpatizantes de Maduro.
Afortunadamente Todd hizo buen callo en Guatemala porque aquí soportó ataques de todo calibre y bajeza. Los que en su momento lo acusaron de que tenía el propósito de convertir a nuestro país en otra Venezuela, argumento repetido ad infinitum, reciben un tremendo tapaboca con la decisión de Maduro aunque, por supuesto, no van a recular ni un ápice en todas las patrañas que montaron sobre el izquierdismo radical de un Robinson enemigo de la paz y la concordia en Guatemala.
Cuando fue nombrado para Venezuela se produjo el primer tapaboca para los que fueron a Washington a mal informarlo con los miembros del Partido Republicano creyendo que la patraña que en Guatemala se repetía en redes sociales haría que la Casa Blanca ordenara al Departamento de Estado que lo destituyera. Lejos de eso fue el seleccionado para ir a Venezuela a defender los intereses de Estados Unidos y lo hizo tan bien que terminó siendo una especie de enemigo número uno del gobierno de Maduro. Su designación como Encargado de Negocios fue, políticamente, un gran ascenso porque a los lugares difíciles y conflictivos se manda a los grandes diplomáticos y jamás a los inútiles, no digamos a los que tienen su propia agenda.