Al margen de lo expuesto por Adela de Torrebiarte respecto a su renuncia como Comisionada Presidencial para la Reforma Policial, es importante señalar que bajo la gestión del ministro Francisco Rivas, se avanzó exponencialmente en el esfuerzo por hacer de nuestra policía una institución civil de absoluto compromiso con la seguridad ciudadana y prueba de ello fue el trabajo que realizó conjuntamente con la cúpula policial encabezada por el comisario Nery Ramos y que se refleja en la reducción de la criminalidad, pero sobre todo en la profesionalización desde la Dirección General hasta los estudiantes de la Academia y el proceso de depuración para sancionar a quienes usaban su puesto para corromperse.

La creación de una Policía Nacional Civil es producto de los ya olvidados Acuerdos de Paz (que alguien debiera revivir) y se explica por el papel que jugó, bajo absoluto control de las fuerzas armadas, la antigua Policía Nacional de Guatemala que fue parte esencial de la guerra sucia que se sufrió en nuestro país durante el Conflicto Armado Interno cuando se utilizaron las instituciones para lanzar campañas de represión que actuaron por parejo, sin distingos de ninguna especie, para eliminar a todo lo que pareciera sospechoso.

Ha sido un proceso largo que se reinició reciclando a los viejos agentes acostumbrados a los abusos de poder que fueron esencia de la vieja policía y cabalmente por ello tomó mucho tiempo llegar a los niveles de profesionalización que alcanzaron su mayor expresión con la anterior cúpula de mando en la PNC y que ahora se ha perdido, por enésima vez, a causa de la falta de compromiso de las autoridades con la modernización, capacitación y orientación ética de la institución encargada de la seguridad ciudadana.

Lo que vimos el día de la investidura de la nueva Fiscal General, en lo que parecía una parodia ridícula montada para desprestigiar tanto a los policías como a sus superiores en el Ministerio de Gobernación, es una muestra de cuán apartados estamos de la concepción integral de lo que es esa Policía Nacional Civil que había logrado romper con su histórico pasado de acciones militaristas para reinsertarse nuevamente en comportamientos anacrónicos que, además de mal manejados y ejecutados, convierten a nuestras autoridades en hazmerreir de la población.

La necesidad de consolidar la Reforma Policial es indiscutible y hasta nos atrevemos a decir que es un tema que nunca se ha manejado con seriedad y en el que el compadrazgo ha sido más fuerte que la capacidad y conocimiento pero en las actuales condiciones el objetivo se ve más lejano.

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