David Barrientos

Guatemala, un país con potencial geoestratégico, geoeconómico y geopolítico envidiable; y que al día de hoy aun cuenta con valiosos recursos naturales como: biodiversidad, ecosistemas, petróleo, gas natural, minerales estratégicos (agua, coltán, oro, níquel, uranio y plata), tierras fértiles, clima acogedor, potencial turístico, diversidad etnocultural, con estabilidad macroeconómica según la CEPAL, gran capital social y humano pero grandes desigualdades sociales e iniquidades económicas que en simbiosis con la corrupción, genera pobreza, extrema pobreza material y miseria espiritual que prevalecen en la nación junto a la anomia social, donde aprovechando la polarización a la que nos han llevado se empoderan los pseudolíderes políticos y sociales, alejados de la realidad, que solo se representan a ellos mismos, y que velan por intereses mezquinos de quienes los patrocinan, sin importarles el futuro de los guatemaltecos y olvidan que a nuestros descendientes debemos heredarles cuando al menos una buena senda.

Ante esta realidad, los ciudadanos conscientes de las potencialidades de Guatemala debemos procurar convertir esta crítica situación en una oportunidad, pues carecemos hasta hoy de tan solo un proyecto político de país, que facilite la participación ciudadana, que permita la elaboración de una propuesta política que trascienda a la coyuntura de incertidumbre, conflicto y desesperanza, y de la que no se libra de responsabilidad ningún sector de los acostumbrados a hacer gobierno directa o indirectamente, se necesita un proyecto que supere los extremos ideológicos, que se desarrolle sobre la riqueza de nuestros capitales tangibles e intangibles hoy desaprovechados, donde la productividad no pelee con los satisfactores sociales. En la Guatemala de hoy, no hay retorno al pasado de oprobio, ya no cabe en la realidad actual la posibilidad de construir propuesta de país emanada de los dinosaurios de la partidocracia, responsables de la inestabilidad política que se percibe en el país y que se evidencian promoviendo el odio entre guatemaltecos, con el único fin de ocultar su desventura, lo que voluntariamente les produce ceguera y se hace evidente en las diferentes tribunas, desde donde se envían códigos de confrontación, donde se ofende y defiende a contrarios y simpatizantes, ya sin importar si es bueno o malo lo que hacen, simplemente porque están de uno u otro lado, cayendo en el juego de la polarización y confrontación con un razonamiento perverso. Tan dramática es la situación que los partidos políticos vigentes, grupos de poder, incluso la autodenominada sociedad civil; ya ninguno representa los intereses de la nación, los discursos populistas de izquierda o derecha han cansado a la población.

Los guatemaltecos esperamos el surgimiento de un proyecto político diferente, con propuesta socioeconómica y etnocultural, con dirigentes honestos y representativos de sus comunidades o grupos sociales, que por medio de un nuevo quehacer político inicien un proceso de desarrollo socioeconómico sostenible, que trascienda la perversa polarización social, política, económica y etnocultural que vivimos. Una alternativa política convertida en proyecto, que cohesione a distintas vertientes sobre la base de la construcción de un proceso desarrollo incluyente, sin dueños de la verdad. Esta propuesta como mínimo debe generar condiciones que propicien la buena gobernanza, capitalizando su poder de convocatoria en los miles de ciudadanos que no se sienten identificados con los extremos ahora enfrentados y responsables ambos de la corrupción generalizada e institucionalizada en la sociedad y el Estado, pues no solo la han permitido sino se han beneficiado de ella.

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