Edith González

“Yo, hasta aquí llegué…”
Conductor de autobús urbano sobreviviente a un ataque armado.

En ocho años, entre 2009 y 2017, en el territorio nacional han sido asesinados setecientos 87 conductores del transporte colectivo a nivel nacional. (Diario La Hora página 31, mayo 16  2018)  Lo que además de su desaparición física ha dejado por lo menos 700  viudas, 2 mil 80  huérfanos y  500 madres que perdieron  a sus hijos; como  cientos de hermanos que ya no tendrán al hermano con quien compartir sus penas y alegrías.

El daño colateral primario representa  falta de recursos para viudas e hijos, al igual que para algunas  madres. Y  el daño colateral secundario con la  paralización de servicios afectando a más o menos un millón de personas. Pánico en la sociedad.  Temor a conducir estos transportes.

Es  un  panorama desolador, angustiante y por sobre todo, que genera en la sociedad guatemalteca un sentimiento de incapacidad, de frustración y de temor  colectivo. Sin embargo, lo más angustiante es el futuro. No aparece al final del túnel la luz que nos lleve a un clima de tranquilidad, pero ante todo para salvar vidas. No hay señal alguna sobre el tema.

Las autoridades de  Policía gritan a los cuatro vientos… ¡son extorsionistas… son extorsionistas…! Pero ahí nos quedamos,  y mientras tanto la sangre de los choferes abona las calles del país con los saldos ya apuntados.

La lapidaria frase del conductor que sobrevivió a uno de estos ataques, con un rozón de bala en una oreja nos lo dice todo… “yo hasta aquí  llegué…” Ya anteriormente había  sobrevivido  a un atentado. Ahora sobrevive al segundo. No quiere probar el tercero, porque a lo mejor  ingresa a las estadísticas mortales.

La Policía Nacional Civil conoce  las guaridas de los criminales, pero “espera “que actúen para  enfrentarlos. Vecinos de colonias periféricas identifican  donde viven los criminales, pero “como no hay pruebas” la policía  no  actúa.

La extorsión de estas bandas de criminales sigue en aumento y ahora se ha trasladado a los departamentos, en Quetzaltenango se cometen entre veinte  y treinta extorsiones semanales.  Igual sucede en Escuintla, Izabal,  Jalapa y otros departamentos. En  el caso de Quetzaltenango, en los municipios de  la Boca Costa, ahora se cometen entre tres y cinco asesinatos semanales  ligados a la extorsión y la pandilla. El 82 por ciento de presos en las cárceles del territorio, en especial de  los departamentos  de Guatemala y Quetzaltenango,  son pandilleros ligados a las extorsiones, asesinatos y agresiones.

Sobrepoblación, falta de estudios, falta de trabajo, son apenas unos factores que generan el pandillerismo dedicado a extorsionar a quienes encuentran en sus “territorios”, sin importar si son vendedoras de tortillas, de bolsitas de  habas, trasportistas, empresarios, profesionales, taxistas….

Quisiéramos  encontrar respuestas  a estas tres preguntas. ¿Está preparada la policía? ¿Está infiltrada la  policía por las pandillas? ¿Continuará el desangramiento de guatemaltecos a manos de estos asesinos?

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