Francisco Cáceres Barrios
caceresfra@gmail.com

Pocas veces había visto al guatemalteco con el estado de ánimo que por estos días anda llevando. La gente está para balazos, por lo que cuando ve pasar al Presidente por nuestras calles le dan ganas de agarrar a pedradas desde el motorista que abre camino, hasta el último vehículo de su comitiva. Soy el primero en ponerme en los zapatos de toda esta gente, porque cuando uno comprueba las tristes condiciones de las salas de emergencia de los dos más grandes hospitales del país y luego pasa a nuestro lado el voceador del periódico impreso que lleva en su carátula el montón de gente que se va acompañando al Presidente para inaugurar la nueva sede de nuestra embajada en Israel, nos sacan de nuestras casillas.

Un amigo de la infancia al verme entrar a un evento social el pasado fin de semana me soltó la pregunta siguiente: –¿si haces cuentas de cuánta gente va a derrochar el montón de pisto acompañando a Jimmy Morales en este viaje, no te dan ganas de hacer las que hizo impunemente Joviel Acevedo para tomar las instalaciones del Ministerio de Educación Pública y así llegar al Congreso a sacar a uno por uno de los 158 diputados para que nunca más puedan regresar al hemiciclo en donde se siguen haciendo las más grandes barrabasadas de nuestra historia? Claro, mi respuesta no podía ser otra, que su propuesta de limpieza era demasiado escueta, que las necesidades del país ameritaban hacer lo mismo en los tres organismos del Estado y de paso, incluir unas cuantas más entidades autónomas o descentralizadas.

Y luego le agregué: ¿Sabes qué es lo que nos saca de quicio, que la semana pasada, los voceros oficialistas aseguraban no tener la lista de cuántos, ni de quiénes iban a irse a Israel, pero que el motivo del viaje era tan, pero tan importante, que no era suficiente enviar solo uno o dos delegados? De ahí que nos preguntemos: ¿Cuál es el afán de vernos la cara de lo que no somos?

Otra persona se sumó a nuestra amarga conversación poniéndole la tapa al pomo cuando dijo con irónica sonrisa: Lo que pasa es que los chapines nos hemos vuelto tan dejados, tan conformistas y tan indiferentes que si antes el guatemalteco solo pensaba en el derecho de su nariz, ahora se vinieron a sumar los suegros, los primos, los compadres, los amigos y hasta los vecinos del barrio para obviar lo evidente y echarle la culpa a los medios de comunicación social de todo lo malo que le pueda pasar a Guatemala. ¿No es para sacarnos de quicio?

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