Mario Alberto Carrera

7 de mayo
Continúa J.C. Monzón –en el juzgado– contando sus alucinantes memorias kafkianas que, aunque –como ya lo dije en otra columna– dan la impresión de pertenecer a la mejor colección de relatos mágicos realistas de Carpentier, no lo son. Porque lo que ha afirmado sobre “personajes” (otrora de altos vuelos militares y políticos y hasta de banqueros) se ha podido verificar –en todo o en parte– por las vías judiciales encargadas de los procedimientos para la extinción de dominio.

Sin embargo (en concreto el 7 de este mes y acaso también un poco antes) don Juan Carlos Monzón-Kafka (autor anónimo y personaje asimismo de “Alibabá”) se lanzó contra un grupo de intocables de la voz y algunas veces, más bien, terroristas de la palabra desde su sarcástico territorio llamado “El Peladero”, al decir que José Rubén Zamora recibió “fafas” del PP., por la bicoca de Q.250,000, cosa que el aludido ya “desmintió”. Pero hundidos en este barranco chapín donde la ¿verdad? se ha convertido en una verdadera merienda de negros, mezclada con revolcado de cabeza de tunco: “¿chi lo sa?”
Sube el asunto de color de hormiga ponzoñosa cuando –el 7– el Kafka nacional arremete contra el señor del gran poder llamado Prensa Libre, y el señorcito que le alumbra, conocido como Guatevisión y “se lleva entre las “patas” a Zetina y a Sánchez, hombres de paja de los mencionados medios.

Y es entonces cuando el tema de la posverdad (acaso bulo) explosiona en todo su esplendor. Porque ¿quién de los dos contendientes está empleando la posverdad?:

Todo lo afirmado por Juan Carlos Monzón (pese a la presunción de inocencia) ha sido tomado por la opinión pública como verdad neta completa. En cambio, ¿quién sabe por qué regla de tres, lo que el sujeto kakfiano ha dicho sobre Prensa Libre podría ser falso?
Si Juan Carlos Monzón ha dicho la verdad (uso lógica aristotélica) lo que ha afirmado de Prensa Libre también debe ser cierto. Pero si ¡todo!, lo que ha dicho es mentira, entonces también lo que dice sobre Prensa Libre, lo es. El argumento es muy sencillo de entender y sus premisas también.

Los días o los meses nos dirán quién de los contendientes es “bulista”. Yo uso a Aristóteles.

8 y 10 de mayo

Los verdes brotes del invierno que balbuce han sido machucados implacablemente –país sin esperanza– al borrar la prometedora presencia de estos dos nuevos mártires: don Luis Marroquín, significado líder del Comité de Desarrollo Campesino (Codeca) y don José Can Xol, adalid del Comité Campesino del Altiplano.
Las fieras del trópico andan de nuevo sueltas. Se han escapado de la hedionda jungla donde a ratos históricos se solapan en sus alevosas madrigueras. Durante mis ya largos años los he visto actuar y su performance acusa la misma estructura paramilitar. Huelo por allí a los Melgar Padilla y a los Ovalle.
Vivo todavía –porque ya he dicho que la democracia no se construye sobre el silencio- la larga y angustiosa Vía Dolorosa de la guerra civil guatemalteca que, para mí, aún no termina. (Métanse sus Acuerdos de Paz por donde les quepa). La guerra civil continúa mientras no se haga justicia en el campo donde millones claman por la tierra. Exijo, como desde hace muchos años, la Ley de Desarrollo rural Integral y el respeto para aquellos que la demandan desde su conciencia de clase proletaria, como es el caso de los nuevos mártires: Marroquín y Can Xol.
Exijo asimismo -porque viene al caso- y no ruego al payaso que nos desgobierna, y a sus hediondos secuaces militares, el respeto a la vida de don Daniel Pascual, director del CUC, a quien no conozco pero al que admiro desde la justicia de mi corazón, furioso pero sincero.

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