Alfonso Mata

Esta es una discusión de décadas, que parte de un hecho irrefutable: la interdependencia existente entre el crecimiento económico que se necesita y la protección del medio que debe afrontarse, que despierta grandes controversias de opinión y conflictos sociales y políticos.

Ya sea que se hable de la extracción de minerales o producción agrícola y forestal, si se analiza la evolución del uso de los recursos naturales en nuestro territorio, uno rápidamente tropieza con una gran gama de puntos de vista, producto de la forma en que se ha realizado esto y que ha afectado positivamente a unos pocos y negativamente a muchos. Uno de los extremos de la discusión, pronostica la destrucción del medio y peores condiciones con repercusiones en la calidad de vida de grandes núcleos de población. En el otro extremo, escuchamos a los que argumentan el peligro sobre el potencial de crecimiento económico, con severas consecuencias al desarrollo humano. Lo sorprendente de este debate es que ninguno de los casos sustenta su posición en un análisis reflexivo, realmente científico, sino se basan en prejuicios y en todo caso, el análisis reflexivo solo es sólido en algunos aspectos del problema.

Sorprendente es que en esta época dominada por el pensamiento científico, semejante problemón no se enfoque desde ese punto y que ninguna de las partes someta los diversos factores en juego, a una apreciación crítica completa, pues esta debería de partir no de un decir y sentir político o industrial y mercantil, como ha venido sucediendo, sino de una discusión seria y honesta multidisciplinaria, que englobe en sus conclusiones tanto alcances para el presente como para el futuro, y no tomar decisiones basadas solo en el juego de la expansión del capital productivo y su distribución dentro de la economía nacional, relegando a segundo plano, el bienestar y la calidad de vida humana y la subsistencia de otras especies, asociadas a diversos nichos ecológicos y sus ambientes.

No puede ignorarse que elevar el estándar de vida no solo consiste en asegurar un hoy sino también un mañana y que hacerlo para la población, es tarea del Estado, pero su fundamento para operar y accionar en ello, debe descansar en lo científico. No debemos seguir fundamentando el otorgamiento para la explotación de recursos, basándonos en proposiciones que muestran un desarrollo excluyente, encubierto en la premisa que eso constituye un modo eficiente para realizar otras actividades y obras públicas y como un amortiguador de lucha entre sectores y distribución de ingresos, si eso representa un daño irrecuperable incluso para minorías pensando en un hoy y en un ya veremos mañana.

Se dirá y puede decir, como he escuchado “es el hoy que importa y ya tendrán los de mañana tiempo para corregir” pero eso a la vez, es ver el problema miopemente. En la actual discusión, lo que se echa al olvido es el problema geobiológico y climático que está de por medio y lo que eso puede representar en costo de rehabilitación y recuperación futura –si es que se puede, llámese minería o monocultivos.

Es, pues, necesario establecer necesidades y cumplimientos basados en planteamientos realmente científicos, de lo que actualmente estamos haciendo con nuestra naturaleza y el otro elemento es reconocer, entender qué ganan los diversos sectores de la sociedad en ello y consensuar al respecto el cómo y cuándo y a qué costo, se van a recuperar las zonas geográficas dañadas directa e indirectamente.

En la actualidad se sabe que con muchas acciones de extracción y explotación de recursos, se beneficia a un 10% de la población, pero se afecta al 90%, beneficio que opera por pocos años, pero que causa muchos daños y repercute en las condiciones de vida y oportunidades futuras. Nuestra historia es rica en ejemplos de ello.

Por consiguiente, lo que se necesita divulgar públicamente de la explotación, es relativizar todas las variables que entran en juego en un análisis costo beneficio no solo económico sino también ecológico y de desarrollo humano, a lo que se debe sumar un análisis de beneficio, daño y finalmente manejo de residuos. La sociedad científica en cuanto a la investigación y difusión de hallazgos sobre el tema, juega el papel central. Ya es tiempo que lo haga.

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