Emilio Matta Saravia
emiliomattasaravia@gmail.com

El tema del financiamiento electoral (lícito o no) en Guatemala, se encuentra en estos momentos en el ojo del huracán. Y es que no es un tema menor que se deba tomar a la ligera, creo que es un tema toral en nuestro sistema electoral y de partidos políticos que debe ser abordado y analizado a profundidad.

Los sistemas electorales en distintos países (desarrollados o no desarrollados) permiten el financiamiento privado de partidos políticos con el fin de recaudar fondos para financiar sus operaciones y sus campañas para puestos de elección popular. Esta forma de financiamiento privado, sin embargo, tiene una serie de restricciones que incluyen montos máximos por financista y transparencia total por parte de la agrupación política en cuanto a revelar los nombres de todos los financistas y los montos otorgados, así como el destino que se dio a dichos fondos auditado de forma obligatoria por firmas de auditoría registradas en el país.

Este sistema de financiamiento, sin embargo, presenta, a mi juicio, dos problemas básicos: cómo evitar la injerencia de personas o empresas donantes en las decisiones de las autoridades electas financiadas por éstas y cómo minimizar las asimetrías financieras de los partidos políticos en la campaña electoral para que todas las propuestas tengan una oportunidad justa de ser escuchadas por los votantes. Este es un reto mayúsculo, ya que la experiencia en nuestro país nos ha demostrado claramente que los financistas, sean anónimos o no, influyen en los gobernantes y que los partidos políticos que cuentan con más recursos económicos para sus campañas son los que resultan electos. Este círculo vicioso debe romperse, si queremos tener gobiernos verdaderamente autónomos y representativos.

Esta semana, discutiendo sobre este tema en un espacio de discusión y diálogo, el joven Mynor Alonzo, integrante de El Colectivo (organización de jóvenes profesionales sancarlistas), propuso una excelente idea, que cito textualmente a continuación: “…debe haber un sistema de partidos políticos con financiamiento mixto (público privado) ¿no sería mejor que todos los aportes privados que se quieran dar vayan a un fondo común que se distribuya de forma igualitaria? Así dejamos que compitan las ideas y no el dinero para gobernar el país”. Me pareció una idea tan buena que creí oportuno compartirla con mis estimados lectores. Por un lado elimina las posibles influencias particulares sobre las autoridades electas, y por otro lado equilibra los recursos disponibles a los partidos políticos. Sobre este último punto, yo iría un poco más lejos y propondría que parte de este “fondo común” de aportes se utilice, para organizar foros públicos, donde todos los vecinos que quieran pueden asistir, en todos y cada uno de los municipios de la República. En estos foros, los candidatos a presidente y vicepresidente, diputados departamentales y alcaldes locales tienen la obligación de participar y presentar sus programas de trabajo a los vecinos, y también pueden escuchar de primera mano los retos y problemas de cada municipio.

Haciendo estos cambios a las reglas de juego existentes, considero que podremos tener procesos electorales más transparentes e incluyentes (fomentando una verdadera participación ciudadana) y con propuestas de gobierno de mayor calidad y con un mayor apego a la realidad de todas las comunidades del país.

Artículo anteriorNuestra realidad manda
Artículo siguiente¿Estará perdiendo la razón nuestro Presidente?