Estuardo Gamalero
«Hoy, el poder es más fácil de obtener, más difícil de usar y más fácil de perder» Moisés Naím.
La distorsión política, jurídica y social, se da cuando la gente se da cuenta que hay una mala y tendenciosa aplicación de los conceptos y las instituciones y consecuentemente, los resultados obtenidos van en dirección opuesta y/o con hipocresía de los mismos principios y valores que supuestamente se intentan defender.
Frecuentemente, hay situaciones que se explican mejor por sus resultados, que por los conceptos que las definen. Para algunas personas, el concepto o significado de algo no necesariamente es el que tiene y hay quienes usualmente pelean por ampliar, ya sea la interpretación o la definición que la ley y/o la sociedad les brinde. Sin embargo, la huella y las lecciones que dejan los buenos ejemplos, edifican, aclaran y explican por sí mismos, el camino adecuado que debemos tomar, no debería haber pierde.
Muestra de lo anterior, pueden ser temas como: aborto, matrimonio, libertad sexual, derechos humanos, justicia, corrupción, progreso, oportunidades, empresarialidad y generación de empleo. Dichos términos tienen significados propios que se encuentran sustentados en la historia, en el diccionario, en la ley y que además poseen características y esencia propia. En la actualidad, hay grupos de presión e incidencia, que, a esos conceptos y fundamentos les dan el significado y los alcances que mejor les convenga para alcanzar su beneficio, algo así como realidad social a la carta, en lugar de buscar el anhelado bien común y la paz social.
Les daré unos ejemplos: Hablamos de impartir justicia, pero hacerlo sacrificando garantías individuales fundamentales, constituye una inquisición. Decimos que queremos vivir en un ambiente de paz, pero inculcamos odios, resentimientos y pleitos entre los sectores sociales. Exigimos conductas probas de los gobernantes, pero somos abusivos manejando en el tránsito, corruptos comprando cosas de contrabando y mintiendo con descaro a nuestras propias familias llevando vidas con doble moral. Queremos que los impuestos los pague alguien más, pero Dios nos guarde si intentamos combatir la informalidad. Se pretende un país de oportunidades para salir adelante, pero hay grupos oponiéndose a toda inversión que genere trabajo y riqueza. Hablamos de igualdad, pidiendo se aplique el peso de la ley a nuestros opositores políticos, pero para nosotros deseamos se nos trate con benevolencia.
Las personas no somos perfectas y, por lo tanto, gobernantes y gobernados tampoco lo son. Mucho menos pueden serlo sectores conformados por actores que tienen intereses particulares. Sin embargo, hay que tener cuidado cuando: “velando por”: derechos humanos, justicia, anticorrupción, justicia, gobernabilidad y generación de oportunidades, se pervierten las definiciones y la naturaleza de cuestiones que constituyen los pilares de las instituciones y los fundamentos del estado de Derecho que resguarda las garantías individuales de la sociedad y el mercado que genera oportunidades y trabajo.
Los medios de comunicación siempre han tenido un rol importante en la información de noticias, la generación de opinión y también en la manipulación de los hechos. Basta ver la carnicería estadounidense entre la cadena CNN y Fox News, para confirmar que Guatemala y el resto del mundo no son distintos. En la actualidad, las redes sociales han venido a sustituir el monopolio de los medios tradicionales. En ellas abundan “Todólogos, fantasmas disfrazados y ciudadanos atrapados en la etapa quinceañera de la emotividad (aquella en la cual, las niñas (os) aman, odian, desean, dicen y acusan sin entender el porqué de las cosas).
Concluyo con la reflexión que busquemos ser cautos ante la manipulación de los conceptos y las instituciones y más bien, profundicemos en el análisis de los resultados que cada espacio y acción nos dejan como sociedad. La verdad no es una mercancía que se compra en una tienda, la justicia no es el resultado de un videojuego y el futuro no se arregla con maquillaje.