René Leiva
Paabanc, Feliciano, compuso la música para la primera zarzuela guatemalteca, “Las falsas apariencias”, basado en los versos costumbristas de José Batres Montúfar. También hizo música incidental para “Historia de un Pepe” de José Milla, con poco éxito. Algún detractor suyo lo consideró renegado y ahistórico.
Pabilo, Mateo José, dormía con un esqueleto que sólo cuando murió descubrióse era el suyo.
Pacay Contreras, Evaristo, un único verso compuso, “…el mar, impregnado de mujer”, por el que obtuvo el premio indiviso del erotismo diluido.
Pachalum, Godofredo de, masón, rosacruz y templario, participó en la octava cruzada, de Tierra Santa a Europa llevó, como souvenirs, el primer teléfono celular, un horno microondas y videos pornográficos made in USA, varias aspirinas y pastillas anticonceptivas. Por órdenes de la Santa Sede su estatua ecuestre fue confinada a las mazmorras del castillo de Montlucon con instrucciones de azotarla tres veces diarias, caballo incluido.
Palau, Jacinto, de jefe guerrillero derivó en siervo del sistema; de supuesto militante de izquierda degeneró en remunerado cortesano de la derecha contrainsurgente; todo ello sin abandonar su folclórica altanería de paladín peliculesco, de parvulario aventurerismo. Ignórase si siempre llevó en su mochila la semilla podrida de la traición. Se le consideró persona poco rescatable del piadoso olvido, del basurero de la historia.
Palotes, Perico de los, sabido de sobra que tarde o temprano (en realidad más temprano que tarde) sería pábulo de amnesia, quiso ser excéntrico, perpetró no pocos disparates, intentó posturas de fácil exhibicionismo, logró atención efímera de burlonas compasiones, todo ello para figurar como persona rescatada del olvido en este Diccionario Biográfico, lo cual no fue posible.
Panza, Teresa, lady, dama de la nobleza británica, protectora de la niñez desvalida y la mujer obrera a inicios de la era industrial, casose con un tal Sancho, de origen canadiense, con quien rara vez era vista en público.
Pascatta, nombre verdadero de la dama de Galaon, hermano de Amadís de Gaula, que se omite en las gestas y libros de la andante caballería porque no era considerado eufónico, sonoro, muy femenino, de ecos heroicos, comparado con otros idílicos de gran evocación enamoradisca. Aunque tuvo lápida en su tumba, a Pascatta negósele inscripción alguna.
Pasto, Eugenio del, amigo de Nicanor Parra y Enrique Lihn, autor de “Frasesinas”, suma teológica/poética de 2,222 epigramas en los que resumió toda la ignorancia del mundo y el universo.
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Fuentes del averno que pidieron anonimato aseguran que las autoridades de ese lugar no caben en sí de gozo por la esperada llegada reciente de al menos dos afamados guatemaltecos, un genocida de generales conocidas y el señor feudal de la impunidad y la corrupción institucionalizadas, ambos especímenes figurantes por derecho propio en la Historia Universal de la Infamia. Se decretó tres días de jolgorio, pero allá un día suele durar mil años. La bienvenida fue orgiástica, paroxística, orgásmica (sic) en el báratro, según las fuentes.
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(A poco más de dos años de la ocupación, profanación, desnaturalización, mediocrización de Radio Faro Cultural/musical.)