Fernando Mollinedo C.

Cuando serví la cátedra de Ciencia Política en la Usac, los objetivos de la misma persiguieron el entendimiento de los alumnos de la actividad ideológica transformada en trabajo proyectado al bienestar social; algo así como convertirse en un gestor de negocios para beneficio de la población en general, siendo esencial para ello el ejercicio de la función de los cargos administrativos para lograr los satisfactores mínimos necesarios.

La política en Guatemala, susceptible de la penetración ideológica capitalista en todos los ámbitos de la vida social, tergiversó sus valores esenciales como actividad humana, pues se vinculó al dinero pasando a ser identificada modernamente como una práctica delictiva.

Las nuevas generaciones de chapines ignoran los pasajes heroicos que nos han permitido ciertas libertades sociales, así como de los grandes yerros cometidos por los gobernantes, quienes en su ignorancia cultural decretaron la venta solapada de bienes y territorio nacionales, constituyéndose en menoscabo para la soberanía.

La confusión de las nuevas generaciones, el olvido inducido y la mentira orquestada por los avances de la ciencia del mercado tratan de borrar toda la dependencia de la verdad, la bondad y la justicia que en algunos momentos disfrutó la población; para ello el uso de los medios tecnológicos de comunicación son aprovechados de manera eficiente por los dueños del país para que todo cambie sin que nada cambie.

Para las generaciones adultas de guatemaltecos, es vergonzoso permanecer indiferentes ante las depredaciones del dinero de la población convertido en erario nacional cometida por toda clase de funcionarios y empleados públicos, comerciantes, industriales, agricultores, la saña del sistema financiero-bancario y otras pseudo organizaciones. Pero, ¿por qué? Por el miedo a que resurja la época de represión por parte de los Aparatos Represivos del Estado (Policía Nacional, Ejército, Estado Mayor Presidencial, la regional, Guardia de Hacienda, Comando 6, comisionados militares, policía judicial, los rebajados) paramilitares como la Mano Blanca, Jaguar Justiciero, Centuriones y otras de cuyo nombre no quiero recordarme.

Quienes vivimos la etapa universitaria en la segunda mitad del siglo pasado, reflexionábamos con libertad ante la injusticia ejercida por los poderosos contra los débiles; sostuvimos el valor de los principios; ahora son los delincuentes en el ejercicio del poder quienes delinquen utilizando el vehículo de los partidos políticos para acceder al poder de decisión y ejecución de los planes y proyectos que deberían desarrollarse en beneficio de la población, pero de los que sustraen fondos para beneficio propio.

El Sistema de Justicia tiene ahora el dilema de castigar a los corruptos a costa de no ser sancionado por la opinión pública; si no los sanciona, se le considerará omiso o cómplice de alguna manera; de esta situación, sólo los políticos expertos en el arte de evadir la justicia utilizando parte de su capital, saldrán bien librados y el juicio de la sociedad sobre ellos, no tendrá efecto en la vigencia el derecho.

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