Edgar Villanueva
La eterna coyuntura del país, por contradictorio que suene, nos ha tenido ocupados con Presidentes, Vicepresidentes, Ministros, Secretarios, Comisionados, Fiscales y una serie de situaciones que los involucra en tramas políticas dignas de libros de Tom Clancy. Diversos grupos se baten en una lucha cuerpo a cuerpo, mientras nos olvidamos de aquellos que más necesitan de una economía que les permita trabajar, de un Estado con instituciones (no solo una) que respondan y de un ambiente social con menor conflicto. Por la falta de habilidad para manejar la situación actual del país, muchos continúan emprendiendo su viaje en busca de mejores oportunidades.
Así es, nuestra gente más pobre, y usualmente la más emprendedora, sigue buscando una mejor vida en otros países, especialmente en Estados Unidos, mientras nosotros seguimos inmóviles, “viendo micos aparejados” y ajenos a las necesidades más inmediatas de la población.
En lugar de estar analizando enmiendas para beneficiar tránsfugas, deberíamos de estar aprobando las leyes en materia económica que nos permitan generar más empleos formales, reactivar nuestra economía y atraer inversiones. Un estudio reciente sobre datos de migración nos muestra que el incremento de la economía informal dispara la migración en un 4% y que el descenso en el progreso en el Índice de Desarrollo Humano la incrementa en un 5%.
De igual manera, en lugar de estar jugando a retirar y reasignar policías a la CICIG, deberíamos de continuar con los esfuerzos para reducir el índice de homicidios. El mismo estudio al que me refiero en el párrafo anterior expresa, que por cada 1% que incrementan los homicidios, la migración de guatemaltecos a EE. UU. aumenta en un 100%.
Y el mismo caso nos sucede con la conflictividad social, la cual no abordamos, sino preferimos desfilar por las calles en apoyo de unos y de otros. Mientras unos luchan por volver al trabajo, otros roban energía para financiar sus organizaciones, pero con pocos nos sentamos a la mesa para abordar los temas de raíz que traerían bienestar y paz a sus comunidades.
En el 2017 más de 60 mil guatemaltecos salieron del país en búsqueda de mejores oportunidades sin que alguien les dijera que existe una esperanza para que su país se las provea. Esto pasa porque no hemos sido capaces de, como lo he dicho en más de una ocasión, “volar el avión y repararlo al mismo tiempo”. Mientras los dos extremos quieren aterrizar el avión para sus propios intereses, repararlo en tierra y adecuarlo a su ideología para hacerlo volar después, muchos entendemos que el costo de aterrizarlo, especialmente para los más vulnerables, es muy alto.
El país debe de seguir volando, debemos de encontrar una forma de enfrentar la coyuntura con valentía y fe en la lucha contra la corrupción, mientras viabilizamos un ambiente para que haya empleo, seguridad y justicia. Solo así podremos ofrecerles a nuestros connacionales una Guatemala donde den ganas de vivir, donde migrar sea solo una opción, y no la única opción.