Juan Antonio Mazariegos G.
El inesperado fallecimiento del expresidente Álvaro Arzú Irigoyen no termina aún de ser asimilado por el país, la vorágine de eventos que se sucedieron después de su muerte, como la elección de la nueva Fiscal General, las marchas multitudinarias de distintos grupos con distintos fines y patrocinadores, el cambio de posición de la ANAM y el avance del proceso por financiamiento electoral ilícito, no tardarán en hacer evidente la ausencia de la figura más emblemática y de liderazgo que se enfrentaba a la CICIG y al MP desde el bando del presidente Morales, con él se pierde el contrapeso más importante que podía anteponer el establishment.
Para el Presidente y los Diputados al Congreso la situación es compleja, la tuerca en el proceso de financiamiento electoral ilícito sigue girando y pone presión, las opciones parecen quedar atrás luego de las declaraciones del Presidente ante los vendedores de La Terminal, ha elegido su camino, aunque tarde o temprano deberá comprender que el discurso del mantenimiento de la institucionalidad no puede hacerse valer en un proceso judicial y menos si el proceso que enfrenta es precisamente por violentar esa institucionalidad. A esas preocupaciones se debe sumar la posición del presidente del Congreso, Álvaro Arzú hijo, y cuál será el efecto que tendrá sobre su mandato el fallecimiento de su padre y por otro lado el cambio de postura de la ANAM que agrupa al resto de caciques políticos que no están en el Congreso y que ahora se manifiesta a favor de la CICIG y el MP.
Por el otro lado, para el comisionado Velásquez la ausencia de Álvaro Arzú representa, a mi juicio, la mejor oportunidad de enfocarse en los procesos y procedimientos judiciales, quien más le obligaba a acudir a los medios a justificar, corregir o responder ha partido, el mandato de la CICIG es para luchar contra la impunidad y esta no se combate de ninguna mejor manera que con investigación, pruebas, objetividad y sentencias, de donde resulta indispensable que pueda demostrar a la mayoría, incluso a sus críticos que habrán sentencias, que en un estado de derecho se hace justicia tanto al condenar como al absolver y que un proceso penal no es más que el último ratio (la última opción) de una sociedad para corregir a quien violente sus leyes.
Nadie sabrá jamás que pudo haber pasado durante el puente del uno de mayo de 2018, los rumores que anunciaban hasta una declaración de estado de sitio y la expulsión del Comisionado de la CICIG quedaron en eso, en rumores, la muerte del expresidente Arzú descarriló cualquier plan, intención o rumor, tal era su peso político en Guatemala. Se pudo haber estado de acuerdo o no con él en muchísimas cosas, pero no se puede negar que su fallecimiento genera un punto de inflexión y distintos escenarios en el País, q.e.p.d.