Hoy se conmemora el Día Mundial de la Libertad de Prensa y, como ocurre todos los años, más que una celebración es una fecha que recuerda la importancia que tiene el derecho humano a expresarse libremente, puesto que mientras más serio y veraz el papel de la prensa, tiene que enfrentar nuevos y mayores ataques de los enemigos de la verdadera democracia. En ningún país del mundo es fácil cumplir con los postulados de la verdadera libertad de prensa, pero mucho menos en aquellos donde las dictaduras de distinto tipo y corte se proponen destruir todo signo de oposición que provenga de legítimas manifestaciones del sentir de la gente.

Guatemala no ha sido una excepción y aún en aquellos días en los que se ha pretendido mantener esa mascarada de una democracia cooptada, la prensa ha sido siempre el cuco de los gobernantes que repudian cualquier crítica por considerarlas no sólo equivocadas al juzgar a “sus mercedes” sino que también de mala fe.

No digamos cuando ha quedado claro que vivimos bajo una nueva y voraz forma de dictadura, la Dictadura de la Corrupción, que se ha enseñoreado y que luego de los avances en la lucha por combatirla y por establecer el fin de la impunidad sistémica, hace ahora denodados esfuerzos por sobrevivir ante el final anunciado por la serie de procesos legales y políticos desatados desde el año 2015.

Los ataques vienen de varios lados pero es indudable la coordinación que se nota desde el Zavala donde están detenidos quienes ya fueron llevados a proceso. Y hacen eco de los señalamientos y ataques a la prensa independiente todos aquellos que sienten que en la lucha contra la corrupción terminarán perdiendo sus grandes negocios que han florecido gracias a la existencia de un sistema viciado, no digamos los que se sienten ya con un pie en el bote.

Hemos de decir que en La Hora más que la libertad de prensa, entendida como un derecho de los medios, creemos en la libertad de expresión que atañe a todos los ciudadanos que desean manifestar sus opiniones políticas y no aplicamos censura para ninguno de nuestros dilectos colaboradores, por mucho que en algunos casos no podamos compartir sus puntos de vista, sobre todo cuando se trata de defensas ardorosas de la Dictadura de la Corrupción y de sus principales figuras que se empeñan en librar esta que parece ser su última batalla para consolidar un modelo de saqueo que pervirtió por completo las funciones esenciales de un Estado que dejó de atender necesidades públicas.

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