Alfredo Saavedra
Desde Canadá.– La pervertida forma de utilizar vehículos automotores como arma para causar la muerte de peatones, en acción de terrorismo inducida al principio por los extremistas musulmanes agrupados en las facciones conocidas bajo las siglas de ISIL o DAESH, ahora en retirada bajo una derrota casi consumada, se convirtió en siniestro método imitado ahora por sujetos desequilibrados, tal las investigaciones hasta el momento lo demuestran con el caso del lunes cuando un hombre utilizando una camioneta comercial tipo VAN rentada, arremetió contra transeúntes en las aceras de una calle de intenso movimiento, causando la muerte de 10 personas y lesiones graves a otras 16.
El terrible suceso, como ha sido ampliamente informado por los medios, ocurrió pasada la una de la tarde del lunes 23, en la calle Yonge, la principal vía de la ciudad de Toronto, una arteria muy conocida por su ubicación distrital de gran comercio y centros recreativos y por consiguiente de movimiento ininterrumpido de público. En esa vía, entre las avenidas Shepard y Finch, muy al norte del centro de la ciudad, ocurrió el desventurado percance que ha llevado dolor a multitud de familias, en sentimiento generalizado para toda una población local y de toda una nación, conmovida por tan triste, pero también repudiado acontecer con ira por los habitantes satisfechos de vivir en una ciudad que se había mantenido fuera de esos nefastos hechos.
El causante de tan sentida tragedia ha sido identificado como Alek Minassian, un tipo de 25 años de edad, residente en el sector de Richmond Hill, área asociada como residencial de clase media acomodada. Fue arrestado inmediatamente de causar el repudiable incidente en una acción de un policía calificado de muy profesional, pues logró la captura sin hacer un solo disparo no obstante ser en apariencia amenazado con arma de fuego que al final resultó ser un teléfono celular.
Los móviles del sindicado no están muy claros, pero una versión deducida de sus textos puestos en el Internet, es que actuó “por resentimiento contra las mujeres” porque según la misma deducción “lo despreciaban en sus requerimientos amorosos”. De todas formas se ha puesto en marcha una exhaustiva investigación a fin de sacar conclusiones orientadas a la prevención de esas situaciones en perjuicio de los habitantes que necesitan vivir en un ambiente seguro y libre de ese oprobioso peligro.
Un memorial, como nunca antes visto, se extendió a lo largo de dos cuadras donde se produjo el hecho, perpetrado cuando el citado sujeto subió sobre la acera la camioneta para cometer su fechoría. El memorial consistió en la colocación de rótulos de adhesión en las condolencias para los familiares y amigos de las víctimas, entre las que murieron y resultaron con graves lesiones, personas entregadas al trabajo o el caso de peatones que aprovechando una atractiva tarde primaveral circulaban por esa área comercial. El memorial fue inundado de flores y murales con notas de los transeúntes manifestando su pesar ante el doloroso trance.
La situación, como en hechos similares en otras partes del mundo, promueve a la reflexión de que la Humanidad parece ir en una vertiginosa declinación de valores, pues la inventiva no es dirigida a crear modelos de protección para los congéneres sino para su destrucción, como se ha demostrado con actos que hieren el bienestar colectivo en situaciones que debilitan la confianza de los conglomerados necesitados de movilización regular, para la continuación de la rutina diaria, imprescindible para la sobrevivencia.