Eduardo Blandón

Hace pocos días me encontré con un amigo al que tenía mucho tiempo de no ver.  Conversamos por dos horas exactas, lejos de la intromisión de los celulares, disfrutando de una taza de café.  Hablamos de tópicos comunes, la familia, los amigos, las ocupaciones, los proyectos… hasta temas más existenciales, la felicidad, el sentido de la vida, la vida religiosa y las batallas perdidas, entre tantos otros.

No habría escrito de ello si no es porque acabo de hacer memoria con alguien que se refirió al tema.  Le dije que lo más agradable del encuentro fue haberme encontrado con las cualidades del amigo de antaño, una persona con una humanidad de esas que escasean y no suelen ser habituales.  El amigo sin doblez, el hombre honesto.

No pude sino recordarme de aquel pasaje evangélico donde Jesús dice de Natanael: “He aquí un verdadero israelita en quien no hay engaño”.  ¿Por qué se sorprende Jesús y expresa esas palabras tan conmovedoras y llenas de asombro?  Sospecho que por las mismas razones que yo: la maravilla de encontrar aún en este mundo inicuo y lleno de maldad a personas así.

Dígame si no.  La moneda corriente es tropezarse con gente de corazón impuro, perversa y falsa.  Esas que si son jefes exigen adulación, los que con poder se convierten en tiranos.  Lo habitual es verse en medio de un ambiente enfermo, regido por un pastor con doble vida: por la mañana predicando la bondad, en el día, esparciendo el mal con tranquilidad pasmosa.

La moda es aprovecharse de los demás, llevar un estilo de vida según la mentalidad de la época.  Conquistar la felicidad con una conducta reprochable.  Hacerse el histriónico encarnando diversos papeles en el día: en la oficina, siendo una bestia; en el confesionario y el altar, mostrando falsa piedad, con poses de hombre espiritual… como si la gente no viera de lejos el plumero.

Con tanta corrupción, sorprende la excepción de encontrarse con el “verdadero israelita en quien no hay engaño”.  Ojalá pudiéramos poner de moda la diferencia, reconocernos como rara avis que abona un mundo mejor.  De verdad, ya hay muchos hijueputas dispersos por el mundo.

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