Francisco Cáceres Barrios
caceresfra@gmail.com

Sabiamente mi padre repetía un proverbio chino: “Si te caes siete veces, levántate ocho”. Porque pasado el tiempo, la vida forzadamente moldea nuestro carácter y hace entender que lo peor que puede hacer el ser humano es tropezar con la misma piedra. Digo lo anterior, porque eso del financiamiento electoral oculto es más viejo en nuestro país que las pirámides de Tikal. ¿Quién no sabe que muchos empresarios le han dado pisto a sinnúmero de políticos aspirantes a la presidencia, a la alcaldía, síndicos, concejales, diputados y hasta los sacristanes si fuera necesario?

Logrado el objetivo es cuando vienen las consecuencias, cosa que también por todos es conocido, empezando cuando el electo actúa con el tradicional “si te vi no me acuerdo” o porque sigan las coimas, fueran para conceder licencias, trastocar las compras o contrataciones y hasta para cerrar el trato cobrando “extras” para emitir el cheque de pago. Por ello es que en mi criterio lo recientemente sucedido nos vino a caer de perlas a los empresarios, a los políticos y a la población en general, quien a la postre termina pagando el pato cuando sus demandas son respondidas con que no hay dinero para medicinas, escuelas, seguridad e infraestructura.

Para mí fue oportuna la actitud que tomaron los empresarios de dar la cara y sujetarse a las consecuencias, pues le están diciendo a tirios y troyanos que debemos aprender de nuestros errores, que no debemos seguir con la bailadera de cada cuatro años, cuando bien les va, teniendo que sacrificar recursos que mejor sería invertirlos en incrementar la calidad de los productos o en las prestaciones de su fuerza laboral, en vez de “apoyar” candidaturas que no reditúan lo erogado, muchas veces, hasta quienes ocupan los tres primeros lugares de las encuestas, resquebrajando con ello los principios éticos y morales de nuestra sociedad.

El delito cometido de ocultar el financiamiento electoral a favor del partido oficial, recientemente descubierto y denunciado por el Ministerio Público, con el apoyo de la CICIG, estoy convencido que podría tener más impacto en nuestra vida política que lo acontecido en el sinnúmero de procesos judiciales provocados con el desvío de los recursos públicos; el uso del agua salada para limpiar el lago de Amatitlán; el desmadre del contrabando de nuestras aduanas y tantas barrabasadas más cometidas por los politiqueros más desvergonzados que registra nuestra historia, porque viene a castigar directamente a la médula de donde proviene la fastuosa maquinaria de corrupción e impunidad sin límites que nos ha venido caracterizando. Ahora es cuando, sin lugar a dudas, debiéramos ser todavía más firmes y enfáticos en acabar con lo malo del pasado.

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