Estamos a pocos días de una elección importante no sólo para la Universidad de San Carlos sino para el país porque el Rector Magnífico de esa casa de estudios juega un papel importante en la vida nacional y empieza a notarse la participación de grupos estudiantiles y profesionales que, como pasó ya con la Asociación de Estudiantes Universitarios (AEU), pretenden rescatar a la universidad nacional y autónoma de formas de cooptación que son muy parecidas a las que ha vivido todo el Estado.
Hace cincuenta años los candidatos a Rector eran los intelectuales más destacados del mundo académico y sus campañas eran de contacto directo con los electores, es decir los alumnos, los catedráticos y los profesionales egresados de la Usac. Nadie pensaba en gastar dinero para desarrollar una campaña exitosa para llegar a la Rectoría y nuestra Universidad podía presumir de tener y haber tenido a los más brillantes y honestos académicos al frente de la respetada Universidad Autónoma que era, antes de que se diera la reforma que abrió el paso para las universidades de garaje, también rectora de la enseñanza superior en el país.
Desde hace muchos años las candidaturas a Rector Magnífico de la San Carlos son imposibles sin disponer de varios millones para invertir en propagada para llegar a los electores. Cierto que ahora el número de ellos es mayor y que posiblemente haga falta más campañas masivas de lo que se requería hasta los años setenta, cuando teníamos Rectores para sentirnos orgullosos de su labor al frente de la Usac. Pero lo que en realidad pervirtió todo fue el papel que se le asignó a la Universidad dentro de ese perverso modelo de postulación de aspirantes para magistraturas y otros cargos importantes en el país y a partir de ello los mismos operadores que mueven millones para armar Cortes a su antojo, influyen en la elección del Rector y de los decanos de las facultades.
El rescate de la Universidad tiene que pasar por una movilización masiva de la gente decente el día de la elección de Rector para repudiar a esas candidaturas que hacen desplante del dinero que derrochan y que tanto conocen todos los catedráticos y alumnos. Buscar una opción de transparencia y de renovación en el manejo de la academia es fundamental y Guatemala realmente necesita que así como se está batallando para depurar nuestro sistema político y acabar con esos vicios del pasado en el que vía financiamiento se cooptó al Estado, ahora pongamos los ojos en la Usac para que allí ocurra lo propio.