No hay otra palabra para calificar la actitud del Ministro de Ambiente cuando se vio forzado a reconocer que mintió descaradamente a los periodistas cuando le preguntaron si había usado helicóptero para ir a votar el domingo en la Consulta Popular. Y debe tener razón cuando dice que “es un tema que risa le debe estar dando al Presidente”, porque en cualquier país donde los ciudadanos sean respetados, ese Ministro debió ser destituido de manera fulminante tanto por el abuso como por la mentira, no digamos por su cínica actitud una vez descubierto el engaño.
Ese desplante de usar un helicóptero para desplazarse a su centro de votación es propio de un ministro tipo Baldetti, y no de un funcionario de un gobierno que el mismo Embajador de Estados Unidos reiteradamente alaba como comprometido con la lucha contra la corrupción. La corrupción tiene muchas formas de manifestarse y ésta es una de ellas porque aunque el valor del uso del helicóptero ahora pueda ser cubierto por el acaudalado Ministro, es un hecho que inicialmente negó las informaciones y mintió a la Prensa que ahora, para variar, recibe el ataque del funcionario que se queja de “haber sido acosado” por los comunicadores sociales por ese tema que él considera de poca monta y risible.
Cuando La Hora preguntó el lunes al Ministro, respondió tajantemente que no y luego dijo: ¿Tiene alguna pregunta que hacerme sobre temas de verdad relevantes e importantes? Es obvio que el despilfarro de los recursos para él no tiene la menor importancia, y eso demuestra la clase de gente que nos está gobernando porque es sabido que se trata de uno de los funcionarios consentidos del mismo Presidente para quien, según afirmó Alonzo, el mal uso de los recursos del pueblo es apenas motivo de risa y, no sería raro, acaso hasta de alguna celebración.
¿Hasta cuándo el pueblo permanecerá como estatua viendo tanta desfachatez? El testimonio ayer de Monzón es un insulto a la pobreza y necesidades del pueblo. La Baldetti, así a secas, requería medio millón de quetzales al mes para mantener su “ritmo y nivel de vida”, y acaso sin dimensionar lo que significa esa cantidad de dinero, nos quedamos como si nada, aceptando que así es como pasan del petate al Cadillac nuestros dirigentes nacionales que han saqueado los recursos del Estado. Y ahora, por lo visto y comprobado, el sueño se ha transformado porque se trata de pasar del mismo petate al cómodo y costoso helicóptero para desplazarse muy por arriba del resto de los mortales.