Las movilizaciones del magisterio en Guatemala, bajo la dirección sindical que ejerce Joviel Acevedo, han sido parte no sólo de reclamos gremiales sino generalmente se relacionan con las necesidades políticas del régimen de turno y así ha sido a lo largo de los últimos años. El magisterio ha sido una especie de fuerza de choque al servicio de los gobernantes o, por lo menos, fuerza disuasiva y así funcionó con eficiencia en tiempos de Colom, de Pérez Molina y ahora con Morales, haciendo “coincidir” las manifestaciones de reclamos salariales con aquellos momentos en los que la presencia masiva de maestros en la capital puede ser importante aval para desaguisados de los gobiernos.

Y por ello llama tanto la atención que precisamente cuando el Presidente se prepara para elegir al futuro Fiscal General en medio de los fundados señalamientos de un profundo conflicto de interés, la dirigencia magisterial decida que ahora, justamente en medio de esa selección crucial para el destino del país, se reactiva la movilización y empiezan los paros. Se alega que en Finanzas se ha entrampado el dictamen sobre el Pacto Colectivo que fue suscrito sin tomar en cuenta a las autoridades financieras del país y en el que de un plumazo el mismo Presidente ordenó que se diera satisfacción a la demanda del magisterio.

No hay que pecar de mal pensado para darse cuenta que estamos frente a una situación debidamente orquestada y lo prueba la decisión que las “autoridades del ramo” tomaron para cancelar todos los descansos a la Policía Nacional Civil a partir de mañana jueves a las 16:00 horas y hasta nuevo aviso, lo que indica que se toman previsiones para la eventualidad de que se pueda producir alguna muestra de descontento por la decisión presidencial.

El magisterio está haciendo una peligrosa apuesta porque ahora no está únicamente apoyando a un gobierno sino que está comprometiéndose con un pacto que hicieron los corruptos para detener los avances en la lucha contra la corrupción. Si era mal visto que se prestaran a los juegos politiqueros de gobernantes inescrupulosos a cambio de los beneficios salariales, cuánto más si se prestan a las maniobras de las mafias que pretenden neutralizar por completo el esfuerzo ciudadano por transparentar la cosa pública en el país.

Y es peligrosa porque se está llegando al momento de la definición de campos y no puede ser que quienes siempre han sido reserva moral del país, a partir sobre todo de 1944, ahora se conviertan en instrumento de los más perversos y nocivos intereses.

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