Gladys Monterroso
licgla@yahoo.es

“Tan sólo por la educación puede el hombre llegar a ser hombre. El hombre no es más que lo que la educación hace de él”.
Immanuel Kant.

Siendo la humanidad tan prolifera en noticias, hay un tema que es necesario tratar, en un mundo en el que los méritos académicos van cobrando cada día más importancia, se hace necesaria la fiscalización sobre programas, métodos, créditos y ante todo las exigencias para obtener un diploma, que se asume nos enriquecerá académicamente.

En las Comisiones de Postulación, cada vez le asignan un mayor punteo a los méritos académicos, he de mencionar que conozco a profesionales altamente estudiosos, pero también se ha desatado una epidemia de doctorados, maestrías y licenciaturas, dentro de las que se encuentran algunas de dudoso valor académico, más si económico, sería interesante crear un ente que fiscalice los estudios de posgrado, ya que no todos llenan los requisitos mínimos, los méritos académicos no deben adornar paredes, deben enriquecer el razonamiento.

Viene a colación lo anterior, porque en Guatemala son varias las universidades que cuentan con Facultad de Derecho, con el objetivo principal de graduar “abogados y notarios”, que pagan una “módica” cantidad por graduarse, y salen al mundo del derecho a hacer verdaderos atropellos jurídicos, ya que no cuentan con lo elemental y que convierte al estudiante en profesional: El estudio consciente de lo que el Derecho significa en el mundo del derecho.

Tan importante como lo que hoy se conoce como grado, (Antes licenciatura) el posgrado, de los que uno de los decanos, que recién eligieron al sexteto de abogados entre los que se designará al o a la próximo/a Fiscal General, tiene como único estudio en la Facultad de Derecho a la que representa, pero ese es el mundo al revés en el que vivimos, muchos diplomas y poco conocimiento.

Acá, debería haber un movimiento como el que se está viviendo en España, derivado de los masters y los políticos, ya que una conocida política, y Presidenta de la Comunidad de Madrid dentro de su currículo, incluyó como parte de su conocimiento académico un Master que le fue otorgado por una de las universidades nacionales, mismo que no era gratuito, y que contaba con requisitos específicos a cumplir, como un mínimo de asistencia presencial, también presentar y defender ante una terna un trabajo final.

Todo sucedió en el 2012, y así como ella, muchos políticos hacían gala de su hoja de vida extensa en diplomas, sin embargo llegó a manos de un militante de otro partido la verdad del master de la Presidenta de la Comunidad de Madrid, nunca llegó a clases, no realizó trabajo final, menos aún lo defendió, y para más inri, cuando empezó a destaparse el cenagal, el director del Instituto ordenó “rehacer” el dictamen final de la política, todo lo anterior desató una verdadera crisis política en Madrid, la oposición exige la dimisión de la política, hay que agregar que el director de los máster fue destituido, y el rector va por el mismo camino.

En Guatemala, ¿Cuántos políticos han mentido en su currículo? Más de los que creemos, aunque no es un mal solamente de la clase política, este es un mal de la sociedad en general, que necesita sentirse intelectualmente superior a lo que realmente es, del conocimiento no se alardea, simplemente está, y un cartón no hace mejor persona a nadie.

Es la epidemia de posgrados en la que vivimos inmersos en un mundo cada vez menos académico, pero más rimbombante en títulos sin fundamento real.

A los diputados es a quienes más se les debería de exigir conocimientos reales, ya que existe bastante agotamiento en la población de que los mismos sean objeto de memes, y no porque no lo merezcan, viene derivado de que se los ganan a pulso, ya sea por poner la mano para después levantarla, sin importar de que se trata, ya sea porque su aportación es nula, o brillen por despropósitos.

Se debe educar a la clase política, y exigir, que así como ellos califican la idoneidad, capacidad y ética de otros funcionarios, primero debe hacer acopio de estos elementos básicos los propios diputados.

La clase política es el reflejo de la sociedad que los elige, por lo tanto, debemos elegir con más cerebro, y menos apatía.

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