Lic. Douglas Abadía C.
douglas.abadia@gmail.com

En la vida normal diaria, es común interactuar entre seres humanos y nuestro contexto, el filósofo griego, Aristóteles define al hombre como zoon politikón, es decir, un animal político, refiriéndose a su dimensión social y política, se diferencia del animal porque crea sociedades y organiza la vida en ciudades.

Somos seres sociales por naturaleza, necesitamos interactuar con nuestro prójimo a nivel integral, al observar la cotidianidad, podemos evidenciar a nivel mundial, pero en el caso concreto de Guatemala, la falta de salud mental que poseemos cada ciudadano a nivel individual y colectivo.

La dimensión positiva de la salud mental se destaca en la definición de salud que figura en la Constitución de la OMS: “La salud es un estado de completo bienestar físico, mental y social, y no solamente la ausencia de afecciones o enfermedades”.

La OMS define a la Salud Mental, como un estado de bienestar en el cual el individuo es consciente de sus propias capacidades, puede afrontar las tensiones normales de la vida, puede trabajar de forma productiva y fructífera y es capaz de hacer una contribución a su comunidad.

Nuestro país ha sufrido a nivel social guerras, desastres naturales, pobreza, pobreza extrema, entre otros fenómenos que han impactado de forma recurrente en los últimos años, dejando la psiquis de las personas damnificadas con severos daños, algunos reversibles y otros lamentablemente irreversibles.

La falta de salud mental en un segmento considerable de la población guatemalteca trae por añadidura la falta de tolerancia entre pares, por esa razón es común observar bocinazos, palabras soeces entre personas, balazos, pues en la calle es donde afloran todos los trastornos psicológicos que poseemos a lo individual y en la colectividad.

En cierta medida, esa carencia provoca altos índices de violencia y asesinatos, pues la psiquis de la mayoría de las personas necesita acompañamiento, apoyo, ayuda en aras de “darle de mantenimiento” a una de las armas más poderosas del ser humano, la mente.

Ahora bien, desde el punto de vista de la salud mental, entendida como un estado de completo bienestar físico, mental y social; podemos afirmar que la mayoría de población guatemalteca no vivimos en bienestar, por el contrario, vivimos con malestar.

Guatemala no invierte en la salud mental de su gente, ni en lo público ni en lo privado, son múltiples las causas de la ausencia de salud mental, las cuales traen efectos negativos en lo individual como en lo social. En nuestro país, el proceso salud-enfermedad, se ha caracterizado por una paradoja en la cual el recurso se utiliza para combatir la enfermedad y devolver la salud, caracterizando así la salud desde una perspectiva negativa.

Es de urgencia empezar por abordar el plano de la salud mental o psicosocial con la misma importancia que se han abordado las enfermedades físicas, pues los Estados deben de modernizarse de acuerdo a las dinámicas de la sociedad, caso contrario, seguiremos acumulando cada día problemas que debemos encarar y no continuar prolongando o echando la brasa caliente a los futuros gobiernos.

Finalmente, es necesario diseñar una estrategia integral de desarrollo de políticas sociales en Guatemala en la que se contemple un aumento del presupuesto para los sectores sociales, incluyendo salud mental en el área de prevención y que reflejen las prioridades de la población, así como la fiscalización social de la política pública.

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