Juan Antonio Mazariegos G.

Las acciones de la multinacional tecnológica Facebook se desploman en la bolsa mientras el Parlamento británico o la Cámara de Representantes norteamericana se disputan las citaciones para Mark Zuckermann y su equipo, en un intento de acorralar a la popular red social para que describa cómo fue posible que la empresa Cambridge Analitics se hiciera con la información de millones de usuarios que fue vendida a esta corporación, la cual, con posterioridad utilizó los datos de las preferencias de los usuarios para supuestamente enviar mensajes adecuados que se ajustaran al perfil o la personalidad de cada uno y les predispusieran a votar en favor del Brexit y de Trump, según el caso.

En principio, el escándalo me parece bastante hipócrita, la inteligencia de mercados se define como “el conocimiento del comportamiento de las variables críticas que definen un mercado objetivo” y no hay mercado más objetivo que el mismo consumidor final a quien deben de ir dirigidas las ideas plasmadas en las campañas, sean estas comerciales o políticas, a efecto de posicionarse en su mente, influir en él o manejarlo con el propósito de que consuma, adquiera o vote de determinada manera en algo que es de interés de alguien más.

No sé si alguien supone que Zukermann o cualquier otro de los creadores de redes sociales las inventaron para unir a la humanidad o construir puentes entre las personas. Las redes sociales se crearon para que las personas se comuniquen si, pero también para que muestren sus preferencias, sus gustos y permitan identificar un patrón, un perfil o una determinada conducta que con posterioridad pueda ser utilizada, vendida o explotada por alguien para buscar cómo satisfacer los intereses o las necesidades de esas personas.

Google o Apple no se pelean haciendo mapas o brindándonos servicios para identificar tiendas o locales para hacernos más fácil la vida, ellos quieren saber por dónde caminamos, conducimos, compramos o realizamos cualquier otra actividad con el propósito de adelantarse a otros en conocer nuestros gustos, preferencias y necesidades y anteponerse a brindarnos soluciones antes que cualquier otro.

En EE. UU., Barak Obama fue electo como Presidente, dentro de otras cosas, por su excelente manejo de las redes sociales y ese manejo incluía llevar el mensaje adecuado a la persona objetivo del mensaje. Demócratas o Republicanos no son hermanas de la caridad analizando si envían tarjetas de Navidad a sus potenciales votantes, analizan a las personas, sus preferencias, sus perfiles y adaptan sus campañas a ellas para decirles lo que quieren escuchar, no otra cosa.

Si usted posee redes sociales, disfrútelas, úselas, diviértase con ellas, solo sepa que todo like que dé, toda página a la que accese, todo artículo que le interese estará siendo analizado y posteriormente será utilizado para construir su perfil y le pondrán cosas que le gusten, que respondan al mismo y lo manipularán. Ese no es ningún peligro, el verdadero peligro estriba en que usted no tenga criterio para filtrar o contraponer toda la información con la que nos bombardean, la culpa no es de Facebook, de quien compra los datos ni de quien los utiliza, la culpa es nuestra si no podemos pensar por nosotros mismos.

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