Emilio Matta Saravia
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Recibí hace algunos días en mi WhatsApp un mensaje titulado “La Gran Diferencia”, en el cual se trata de hacer una burda comparación entre el socialismo y el capitalismo. Dice el mensaje que una persona estaciona un automóvil BMW en un centro comercial y otra persona le espeta que su auto es muy caro y lujoso y que si lo vendiera podría alimentar a muchísimas personas, a lo que responde el dueño del automóvil que efectivamente, al comprarlo alimentó a los operarios que lo ensamblaron, a los que fabricaron todas las piezas, a quienes lo vendieron y quién sabe a cuántos más involucrados en la fabricación del vehículo. Luego da los siguientes mensajes: “El capitalismo es dar libremente su dinero a cambio de algo que tiene valor para usted. El socialismo es cuando toman su dinero contra su voluntad (lo que se llama robar) para dárselo gratis a alguien que, muchas veces no hizo nada para merecerlo… ¿Así o más claro…?” Y el mensaje finaliza con la siguiente frase: “Difúndelo al máximo. Es hora de sacarle el rancho mental del socialismo a nuestra población.”

Jamás había leído tan estúpida forma de comparar ambos sistemas económicos, menos un desconocimiento tan grande de lo que en realidad son, en qué se basan o cómo funcionan. Ante tal mensaje, creo conveniente explicar a mis apreciables lectores un poco más sobre el tema, por si lo reciben o se los comentan.

Ningún país del mundo se rige por un sistema puramente capitalista, todos los países sin excepción tienen matices de injerencia gubernamental en su economía. Estados Unidos, el adalid del sistema capitalista, por ejemplo, tiene leyes antimonopólicas que regulan la concentración de un mercado en una sola empresa, y tiene una ley de quiebra, a la que las empresas con problemas financieros se acogen para reestructurar sus deudas con acreedores. En ambos casos, el gobierno tiene una clara injerencia en los agentes económicos. Asimismo, en todos los países del mundo se paga impuesto sobre la renta, el cual luego se utiliza para financiar programas estatales de salud, educación, entre otros, con un claro efecto redistributivo. En países como Noruega o Suecia, de larga tradición socialista, se rigen por la ley de mercado para determinar precios de bienes y servicios, además de tener una importante base empresarial. Y países en vías de desarrollo como Chile tienen una economía social de mercado con un fuerte sistema empresarial, pero con un Estado importante que prioriza los ingresos tributarios (de forma redistributiva) en educación y salud para la población más necesitada.

El mensaje, que va dirigido a personas que no tienen el más mínimo conocimiento de temas económicos o políticos, tiene la mala intención de sesgar la opinión en contra del “socialismo” y hacer creer a quienes lo reciben que en un país socialista el gobierno expropia a las personas de sus bienes para repartirlo a quienes tienen menos. FALSO. Ocurrirá en Venezuela, que no es más que una cleptocracia como la que tenemos en nuestro país. Sus más cercanos aliados, Ecuador y Bolivia, no siguen patrones de expropiación (en sectores estratégicos como los hidrocarburos se renegociaron contratos con empresas extranjeras, por ejemplo) y tienen economías con un crecimiento sólido.

Así que si usted, estimado lector, recibe este mal intencionado mensaje, no se vaya con la finta. Le recomiendo que investigue un poco y no se crea todo lo que publican en redes sociales o envían por mensajitos.

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