Francisco Cáceres Barrios
caceresfra@gmail.com

La pregunta del titular de este comentario nos la venimos haciendo los guatemaltecos desde hace muchos años. Unos dicen que la culpa la tienen los gobiernos que hemos tenido, otros se la endilgan a nuestros ancestros y algunos a que la ciudadanía les ha dejado el camino libre a los políticos para que hagan lo que se les antoje. Si le ponemos atención a estas tres respuestas podremos percatarnos que cada una de ellas tienen suficientes bases para expresarse, como que detrás de cada una, solo existe una razón fundamental, la ausencia de valores y principios, causa del por qué hoy andamos en tan malas condiciones.

Solo para citar un ejemplo, tomemos la “Tabla de gradación” por la que la actual Comisión Postuladora definió algunos “criterios técnicos” para evaluar a los candidatos que desean ocupar el cargo de Jefe del Ministerio Público y Fiscal General de la Nación. Para alcanzar 100 puntos, 65 corresponden a la “experiencia”; 30 a “méritos académicos” y tan solo 5 a “valores y acciones en relaciones humanas”. En otras palabras, quien haya ejercido más tiempo su profesión en derecho y en administración, en implementar políticas, relaciones, mejor entrevista y pasado sus pruebas psicométricas ya casi tiene en la bolsa el puesto y si ha logrado una buena cantidad de títulos, ejercitado la docencia, haya hecho más publicaciones, asistido a más cantidad de eventos técnicos y méritos, como haber elaborado diagnósticos o iniciativas de ley, podría entonces alcanzar 95 puntos.

Pero de ser ejemplo de honradez, persona de bien, honestidad, valores y principios, todo aquello que significa ser nada menos que honorable e intachable apenas merece un calificativo de 5 puntos. En otras palabras, el nuevo Fiscal General podrá ser todo un profesional entrenado, capacitado y ejercitado para ocupar el puesto pero, no tendrá los valores y principios fundamentales para desempeñarlo, pues carece de las características indispensables que la sociedad guatemalteca anda buscando afanosamente para poder contar con la garantía de que el ganador va a velar por el estricto cumplimiento de las leyes del país. ¿Ya ve usted amable lector, por qué andamos tan mal?

Por esa razón y no por otra es que un advenedizo recomendado por cualquier politiquero puede en nuestro país asumir el delicado cargo de ministro de Gobernación y así enviar al carajo a los integrantes de uno de los mejores equipos policíacos jamás tenidos; a desproteger a la CICIG, organismo encargado de velar por la persecución de la corrupción e impunidad en el país y a poder designar a sus nuevos colaboradores pisoteando las disposiciones legales que a través del tiempo y de muchos sinsabores se habían logrado.

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