Raúl Molina
Pese al apoyo de Washington, que lo había puesto al centro de la próxima Cumbre de las Américas, finalmente el andamiaje de corrupción y el pacto de impunidad con la familia Fujimori se derrumbaron y, con fecha 21 de marzo, Pablo Kuczynski renunció a la Presidencia de Perú. La noticia recoge la opinión de que es el primer presidente en caer por el escándalo de la empresa Odebrecht, que logró contratos millonarios en varios países, incluido Guatemala, gracias al pago de grandes sumas de dinero en coimas. Sigo pensando que dicha empresa tenía objetivos políticos desde el principio, originados en Langley, Virginia, para manipular los sistemas políticos existentes. La renuncia no se produjo por un esbozo de dignidad del ahora expresidente; fue su decisión ante un nuevo juicio en el Parlamento que esta vez no podría manipular, como hizo antes al indultar al expresidente Fujimori, condenado por crímenes de lesa humanidad (confío en que las apelaciones nacionales e internacionales invaliden dicho indulto). La corrupción y la impunidad pesaron en la caída de Kuczynski. Este hecho tendrá su impacto, sin duda, particularmente en Estados en donde se ha descubierto la participación de políticos en grandes negocios de corrupción, como Temer, en Brasil, y todo lo que gira en torno a Jimmy Morales, en Guatemala.
La situación de Guatemala es distinta y más compleja que la de Perú, porque ya se logró la salida de la vicepresidenta y el presidente por corrupción, gracias a la lucha por la dignidad de 2015; pero se ha caído luego en la “dictadura de la corrupción”, como afirmara la Conferencia Episcopal. No hay un Congreso que pida cuentas al Ejecutivo, sino que una gran mayoría de las y los diputados, en su esfuerzo por protegerse ellos mismos, han optado por blindar a Jimmy, pese a la abundancia de pruebas de negocios turbios, antes y después de asumir el cargo. Además, se han sumado con fuerza en el “Pacto de Corruptos” quienes defienden la impunidad por crímenes de lesa humanidad, particularmente exoficiales del Ejército dentro del FCN-Nación y conocidos políticos que han exprimido los recursos del Estado. Para cuidarse de sorpresas, han dado cuartelazos en el Ejército y en la Policía Nacional, aparte de invadir toda la administración pública con achichincles y espías. Buscaron su asidero internacional mediante la incondicionalidad ante Donald Trump y asociados, con su apoyo a dicho dirigente en la ONU, su abandono de las y los migrantes guatemaltecos a su suerte, y su mercadeo de beneficios personales para trasladar la Embajada de Guatemala a Jerusalén, en Israel, pese a la oposición del mundo árabe. Noto, sin embargo, que la posición de Jimmy se debilita día a día, por la resistencia de sectores importantes de la ciudadanía y el rechazo del movimiento social a su gestión. Al conmemorarse el aniversario del crimen estatal en el Hogar Seguro Virgen de la Asunción, el presidente ha pasado de ser defensor de quienes buscan impunidad por genocidio y otros graves crímenes a buscar también su propia impunidad por la incineración de las jóvenes a cargo del Estado. La rueda de la justicia es lenta, pero avanza.