Víctor Ferrigno F.

Este 22 de marzo conmemoramos el 39 aniversario del cobarde asesinato de Manuel Colom Argueta, quien fue un político y un académico, pero también fue un estadista en tiempos de guerra. Eso, y su calidad humana, han hecho que su memoria venza al olvido, en un país de amnésicos.

Sin idealizarlo, sin sacralizar al mártir, pienso que Meme Colom alcanzó la talla de un estadista, cuya lucha fue truncada prematura y arteramente. Se preocupó –y se ocupó– del país, de su gente, de sus recursos y de su soberanía, presentando un programa y una estrategia nacional coherente y con visión de futuro. Sin demagogia, supo entender las demandas de su gente y de su tiempo, y encarnó un tipo de dirigente que parece estar extinguiéndose.

Así, el Frente Unido de la Revolución –FUR– liderado por Colom Argueta, se convirtió en una alternativa real de poder, con un amplio apoyo popular. Por eso lo asesinaron con tanta sevicia, siete días después de verse obligados a inscribir al partido, el 22 de marzo de 1979, en un operativo dirigido por el alto mando del Ejército. La Comisión de Esclarecimiento Histórico reseñó, con rigor y detalle, lo que constituye un crimen de Estado que debe ser investigado y juzgado.

Nació en 1932, se formó en el Instituto Central para Varones y se graduó de abogado en la Universidad de San Carlos, a los 25 años. Alternó sus estudios con una activa participación política en el ámbito universitario y nacional. En 1954, pocos meses después de la invasión mercenaria a nuestro país, el bachiller Manuel Colom Argueta fue uno de los firmantes del denominado «Manifiesto de los 33», mediante el cual un destacado grupo de ciudadanos se opuso públicamente a que se realizara una caricatura de la Asamblea Nacional Constituyente, con el fin de legalizar la dictadura de Carlos Castillo Armas.

Recién graduado, gana una beca y parte a Italia a formarse en Derecho del Trabajo y urbanismo. En 1960 se integra al Movimiento 13 de Noviembre, dirigido por oficiales del Ejército en contra de Ydígoras Fuentes, del cual se distancia por diferencias respecto a la lucha armada. Un año después, junto a otros patriotas, funda la Unión Revolucionaria Democrática, esfuerzo organizativo al que le dedicará 28 años, hasta lograr la inscripción del FUR, aún a costa de su vida.

El tema de un programa nacional que contuviera las directrices del cambio que Guatemala necesitaba fue otra de sus grandes preocupaciones, compartida con figuras de la talla de Adolfo Mijangos. En 1966, la Editorial Costa Amic les publica «Bases para el desarrollo económico social de Guatemala», documento que constituirá la plataforma política de esta corriente. Colom Argueta gana la Alcaldía capitalina, desarrollando una de las mejores administraciones municipales, al impulsar el «Plan de Desarrollo Metropolitano 1970-2000», plasmando una nueva concepción del urbanismo, centrado en el ser humano y no en el asfalto y el ornato.

Durante el gobierno de Carlos Arana Osorio, en un clima de terror, bloquean la candidatura de Manuel Colom, por lo que las fuerzas de izquierda que no estaban incorporadas a la guerrilla se aglutinan en el Frente Nacional Opositor, promueven la candidatura de Efraín Ríos Montt, al que no se le conocían hechos represivos, y triunfan en las elecciones presidenciales. Mientras luchaban contra un descarado fraude electoral, Ríos Montt los traiciona, y acepta un puesto diplomático en España. Lo demás es historia conocida.

El legado político y humano de Colom Argueta es muy amplio, evidenciando que tenemos pendiente resolver el reto de construir, concertadamente, un proyecto de nación, un programa de gobierno y un movimiento social que nos permita edificar el país libertario con el que Manuel soñó.

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