Con todo y la Semana Santa de por medio nos acercamos a la fecha en que el país gastará más de 300 millones de quetzales para establecer si la ciudadanía apoya o no que el diferendo con Belice sea sometido al conocimiento de la Corte Internacional de Justicia. A estas alturas el tema de la Consulta no constituye una preocupación para la opinión pública que no tiene adecuada información de la diferencia entre votar por el SÍ o hacerlo en contra del acuerdo que fue suscrito por Guatemala y Belice con la intención de resolver de manera definitiva el diferendo territorial.

Al margen de que la Constitución establezca que son las soluciones definitivas las que se tienen que someter a consideración ciudadana, el caso es que ni el Gobierno ni el Tribunal Supremo Electoral han proporcionado información suficiente a la ciudadanía para que se puedan tomar decisiones fundadas. La expectativa es que nos encaminamos a un peligroso bochorno porque si los guatemaltecos no muestran interés en el tema de Belice, como seguramente ha de ocurrir, nuestra posición estará de todos modos muy debilitada para el futuro, sin que importe cuál sea el resultado de la Consulta Popular.

El tema de Belice es desconocido para buena parte de la población que por cuestión de edad ha vivido sin que el reclamo forme parte de sus intereses. Poca gente va quedando de la que se formó bajo la enseñanza de que “Belice es nuestro” y en la que el mapa oficial de la República de Guatemala todavía presentaba el territorio en disputa como parte de nuestra integridad territorial. Hoy en día para muchos ciudadanos que tienen edad para ejercer el sufragio en la Consulta Popular, el tema de Belice es anacrónico y en general desconocido porque hace mucho tiempo que del mismo no se habla. El reconocimiento que hizo el gobierno de Serrano del Estado de Belice, con el que estableció relaciones diplomáticas, puso la tapa al pomo y de eso hace ya un cuarto de siglo.

Evidentemente la decisión de convocar a la Consulta Popular sin que la misma se realizara al mismo tiempo en Belice es una seria desventaja para el país porque la otra parte tendrá toda una gama de acciones para actuar luego de que se conozca el resultado en Guatemala. Y por si ello no fuera suficiente, lo más seguro es que quedará en evidencia el casi inexistente interés de la ciudadanía sobre el diferendo. Una participación escuálida, como se puede predecir, será nefasta para la futura negociación sobre el tema.

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