Gladys Monterroso
licgla@yahoo.es

«La política es el arte de servirse de los hombres haciéndoles creer que se les sirves a ellos».
Louis Dumur

Aunque reconozco no haber estado en el “Tercer Encuentro Ciudadano” organizado por el empresario del pollo, eso no significa que no tenga una postura en relación a su emporio, tanto en lo positivo, como en lo negativo que ha aportado al país, como un fenómeno económico y sociocultural, porque ¿Quién en algún momento de su vida no disfrutó del crujiente y tan guatemalteco como tú pollo? Nadie, todos los chapines lo hemos gozado.

Pero ¿Qué hay detrás de esa historia de poder y triunfo económico y social? Una cualquiera, en la que un hombre que posteriormente se convierte en patriarca, desarrolla un modelo de producción muchas veces basada en la esclavitud y aprovechamiento de terceros para acrecentar su fortuna, y la de estos personajes no tiene ningún ingrediente que le haga falta.

A pesar de sus inicios bastante humildes, el patriarca y fundador del monopolio del pollo y sus derivados, supo aprovecharse de las costumbres arraigadas de no pagar impuestos, especialmente de importación, así como de aprovechamiento de la clase realmente humilde del país, colmado hasta la fecha, de mucha de la ingenuidad pueblerina de la mayoría de nosotros mismos.

Recuerdo que una compañera de Maestría que trabajaba en Avícola Villalobos, decidió trabajar su tesis sobre los inicios del pollo en el país, misma que por recomendaciones de las autoridades, debió desechar, porque no era conveniente tocar el tema.

En el 99% del ser humano, prevalecen los intereses económicos sobre cualquier otro tipo de los mismos, por lo que el famoso Tío Arturo, cuando se dio cuenta, que dentro de la producción de pollo, del que ya eran dueños del monopolio, en las cuentas que le presentaban, existía una “pequeña” diferencia, que consistía, en que por ser un monopolio, no vendían solamente su producción en los restaurantes, también existía un mercado negro, y este se materializaba en la venta del producto a los mercados cantonales, estas ventas que sumaban sus buenos millones, como es de esperarse no figuraban en la contabilidad, y por lo mismo sobre las mismas no se repartían dividendos (ganancias).

El Tío Arturo, trató de presentar sendas demandas en el país, para la correcta rendición de cuentas, las cuales le fueron rechazadas, por tal motivo traslado su querella a Miami, tribunales en los que sí prosperaron las mismas, el litigio entre la familia fue de tal magnitud, que los abogados de la época recibíamos sendos materiales, tanto de una parte como de la otra, de sus acciones, así como sus justificaciones.

La historia fue ampliamente conocida, y fundamentada, por lo que no es una historia urbana como tantas otras, en esta nos fueron entregadas evidencias, y copias de los memoriales, así como las explicaciones del caso.

En Miami no se pudo lograr mucho, por lo que astutamente el Tío Arturo en un acto de conciliación, tuvo una reunión con sus oponentes comerciales y legales, además de familiares en Canadá, país en el que era permitido grabar las conversaciones, ahí logró obtener las pruebas que necesitaba para hacerlas validas en EE. UU., y el caso siguió adelante.

Mientras tanto su sobrino se crecía como una estrella en la televisión nacional, en su propio programa desfilaron todos los personajes de la política nacional, todos sus invitados se sentían altamente agradecidos, ya que su programa era bastante visto por la población en general.

Todo pasó, el tío ingresó de frente a la política autóctona y compitió por el poder, mientras el sobrino más conocido, se mantuvo al margen algún tiempo.

Siempre me he preguntado, ¿Qué le hace falta a un rico? Y la respuesta invariable es: El Poder, y esa ha sido la asignatura pendiente del sobrino Gutiérrez, por lo que hoy declara «Quisiéramos ver a las élites comprometidas, concentradas y dedicadas a ese esfuerzo. (Un modelo de desarrollo). Esa debería ser su principal responsabilidad, pero también están ocupadas en otras cosas», pero ¿Qué estaría dispuesto él a dejar para ocuparse de esas debilidades sociales? Lo mismo que siempre, utilizar los medios económicos con que cuenta para satisfacer los intereses personales, Con la edad todo cambia, pero el fondo es el mismo, y la pobreza no es precisamente un estado deseable, aunque si utilizable.

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