René Leiva

Naborí, Cloris, siempre esmerose por mantener su alma alejada de los ojos, que esas aberturas resistiesen el asedio exterior con celosías, persianas, cortinas, la salvadora transición de la distancia. Avara de su propia luz, rehusó asomarse a un afuera que parecíale abismo de sombras acechantes y hambrientas.

Navarro Tomé, Adán, su mayor habilidad, destacada peculiaridad, especialidad inigualable, fue saludar con sombrero ajeno.

Neguev, Elí, decía que el olvido no siempre sobreviene después, en la muerte y la sepultura; que el olvido, su semilla, también encuéntrase antes, en lo que todavía no es, en lo que está por nacer, por crecer, alcanzar la plenitud. Decía: hay olvidos de lento envejecer, y los hay que nacen viejos.

Nicolás Polá, Andrés, de niño, inopinadamente, alguien lo mandó a ver si había puesto huevos la marrana. Jamás regresó con el mandado y buscósele con gran afán en el pequeño pueblo y alrededores. Por ese tiempo era insólito que alguien desapareciera y sin dejar ninguna huella visible.

Nit, sirena, la única que no dijo ni pío cuando Ulises pasó en su embarcación frente a ella y sus hermanas.

Nizarasthra, Nishra, de profesión editor cinematográfico en los Estudios Buñuel, quiso concretar una vieja ilusión humana y creó la máquina capaz de filmar con gran precisión los sueños, la actividad onírica, con tecnología electromagnética y mecánica ondulatoria. Víctima de una orquestada conspiración en su contra, desistió patentar y comercializar su increíble invento.

Noé, zoólogo-entomólogo, protegió durante cierta pertinaz llovizna a animalitos como moscas, cucarachas, ladillas, zancudos, mosquitos, avispas, pulgas, piojos y polillas. Atribúyesele el descubrimiento accidental del coñac y el brandy. Los tres hijos que procreó poblaron la tierra con mayor daño que todos los insectos nocivos juntos.

Noguera, eneas, (Después de largas y estériles discusiones entre editores y redactores del texto correspondiente a esta persona se decidió suprimirlo y dejarlo en el olvido).

Nomo, Ranulfo, astrónomo de Cuilco, descubrió la relación entre números impares y el paso del cometa Quetzalcóatl por Urano cada 111 años.
Nouclon-Ladurdon, Caterine, dueña de la Casa de las Cien Buhardillas, París, que alquilaba a escritores bisoños, poetas malditos, pintores fracasados, músicos desconocidos, filósofos decadentes, bohemios de plástico, y demás gente sospechosa. Al morir madame Nouclon-Ladurdon descubriose que las cien buhardillas eran una sola y nunca habitada por humanos.

Nuila Macuy, Matías, vendedor de varitas mágicas en el parque Concordia de Ciudad Guatemala, supúsose fue proveedor indispensable aunque discreto de políticos, funcionarios públicos, empresarios, militares, capos del crimen organizado, y demás pilares de la sociedad, responsables del desarrollo y progreso del país. Fue denunciado por falsedad y estafa por la influyente Gremial de Hadas, que tenía el monopolio tradicional de varitas mágicas.

Nyanza, Agonías, “Desventurados los pueblos sin memoria histórica, sin raciocinio, sin coraje, sin dignidad, porque sus guías los llevarán al abismo, sus jueces serán sus verdugos, su voz será incinerada”.

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