David Barrientos
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Nuestra poca cultura democrática y carencia de memoria histórica nos empuja constantemente al pasado de confrontación, desperdiciando épocas transicionales grabadas en la historia, una de ellas fue la década de los años 80, cuando se transita de una época de violencia armada producto de la guerra interna y de gobiernos autoritarios a una época de construcción democrática que aún no se consolida y que tristemente ha estado acompañada de una creciente corrupción que ha llegado a ser repugnante, intolerable y resistente; la dirigencia política durante esta etapa de la vida nacional ha adquirido el poder mediante procedimientos contemplados en el marco jurídico, por tanto legales, sin embargo, se han convertido en dirigencia ilegítima, puesto que no ha prevalecido la razón y justicia en su quehacer, las tretas han sido el pilar para acceder a espacios de poder público, con carencia de cualidades de liderazgo representativo, pues solo se representa a sí misma o a intereses facinerosos en todas las organizaciones político partidistas actuales, izquierda, centro y derecha sin excepción, ya ven que la política actual está martillada principalmente por casos de corrupción que ilustran tal situación.

Se aproxima un proceso electoral y estamos inmersos en una crisis política prolongada, con altos niveles de polarización, en la que cabe la posibilidad de transicionar hacia la construcción de un mejor país, o continuar con la debacle, pues esta sociedad está confundida, decepcionada, dividida y en muchos casos sin saber con certeza el por qué.

Esta crisis requiere de liderazgos que se hallan ganado el respeto de la comunidad en general, y que sean reemplazadas las sospechosas y ofensivas campañas electorales por legítimos dirigentes gracias a su labor, a sus contribuciones a la institucionalidad, en este caso nos aproximamos al liderazgo circunstancial ejemplificado por un profesor recientemente en clase cuando dijo: en este momento yo soy el líder en esta actividad académica, sin embargo, si hay una emergencia por un sismo el líder del grupo circunstancialmente será el alumno que trabaja en una institución de socorro, como en efecto hay alguien, perfecto ejemplo de este tipo de liderazgo.

Esperemos que las circunstancias actuales permitan el surgimiento de nuevos liderazgos políticos, comprometidos con Guatemala, que respondan a la demanda social antes que a las agendas personales o de cualquier orientación extrema y así atender los intereses ciudadanos olvidados; que sean la voz representativa de todos por igual y sin importar ideologías busquen en consenso establecer las bases sólidas para refundar este bello, rico y multicultural país; lo cual se logra con el reemplazo no solo de rostros sino con el surgimiento de nuevos equipos, que no solo serán circunstanciales sino transicionales en los diferentes campos de la actividad nacional, representativos y legítimos, incluso en la sociedad civil y demás grupos que han cogobernado y así tener una esperanza que le dé oxígeno a esta sociedad o esperemos más de lo mismo y con los mismos o peores resultados, heredando un ambiente de descontento cada vez más al borde de explosiones sociales que pueden ser aprovechadas por el autoritarismo que priva en las extremas corrientes de pensamiento y que no ha sido lo más afortunado.

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