Grecia Aguilera

Desde el momento en que el Cardenal francés Jean-Louis Tauran, pronunció aquel 13 de marzo de 2013 en la Plaza de San Pedro: “Les anuncio con gran felicidad que ya tenemos Papa, es el gran eminente y gran reverendo Jorge Mario Bergoglio, Cardenal de la Santa Iglesia Romana que recibe el nombre de Francisco”; se encendió una luz que ha iluminado desde hace cinco años a la humanidad. El Papa Francisco plural en dones y servicio, posee una prodigiosa relación con Dios. Ha puesto en práctica la humildad y la humillación, virtudes trascendentales que Dios contempla en su Palabra. Por ello pienso que ha sido galardonado celestialmente con los cinco Ministerios que constan en el Libro de los Efesios. Así el Papa Francisco es Apóstol, Profeta, Evangelista, Pastor y Maestro, para la vida de muchísimas personas que siempre han anhelado honestidad, lealtad y nobleza de parte de un líder de tan altísima dignidad. Como un arcángel conocedor del alma humana, la admirable personalidad de Francisco se define por su espontaneidad y sencillez, pero especialmente por su fortaleza y actitud positiva colmada de carisma y vivacidad. Habiendo seleccionado ‘Francisco’ como nombre religioso, en honor a San Francisco de Asís, se hace realidad en Jorge Mario Bergoglio su nombre secular, el título de “Siervo de los siervos de Dios”. En su hermoso escudo papal se lee el lema “Lo miró con misericordia y lo eligió”, sentencia que lo identifica por su preocupación por los necesitados, su trabajo por la justicia social y su compromiso por continuar el diálogo entre los diferentes credos del mundo. El Santo Padre Francisco opina respecto a la corrupción que “Esta llaga putrefacta de la sociedad es un grave pecado que grita hacia el Cielo pues mina desde sus fundamentos la vida personal y social. La corrupción impide mirar el futuro con esperanza porque con su prepotencia y avidez destruye los proyectos de los débiles y oprime a los más pobres. Es un mal que se anida en gestos cotidianos para expandirse luego en escándalos públicos. La corrupción es una obstinación en el pecado, que pretende sustituir a Dios con la ilusión del dinero como forma de poder. Es una obra de las tinieblas, sostenida por la sospecha y la intriga.” El Papa Francisco en el año 2015 escribió la Encíclica “Laudato Si’”, superlativo documento que trata sobre el cuidado de nuestra Casa Común. En ella define su postura exacta sobre la aceleración de la crisis ecológica en el mundo. Al principio de la Encíclica afirma que los seres humanos “Hemos crecido pensando que éramos sus propietarios y dominadores (de la Tierra), autorizados a expoliarla. La violencia que hay en el corazón humano, herido por el pecado, también se manifiesta en los síntomas de enfermedad que advertimos en el suelo, en el agua, en el aire y en los seres vivientes.” Por ello al Papa Francisco le dedico mi poema “Profeta Ecológico” que manifiesta: “Francisco/ Apóstol de la vida/ Pastor y Evangelista/ Profeta Ecológico/ Maestro de los tiempos./ Guerrero Arcángel terrenal/ Mensajero generoso/ del alma humana estudioso/ fortaleza integrada/ en positiva alianza prometida/ sencillo y espontáneo/ ungida estrella entre miríadas./ Francisco/ Virtuoso elegido/ de honestidad investido/ resplandeciente crisol/ de la Palabra./ Lámpara enviada/ en nube matizada/ surtidor de agua viva/ sol y luna enternecida/ compás de los cristianos/ sabio espíritu encontrado/ en San Francisco de Asís abrigado./ Francisco/ Árbol genealógico/ anhelo y esperanza/ inmerso entre los bosques/ raíces y montañas./ Misionero protector/ bastón de los humildes/ vencedor de las tinieblas/ caminante, caminante/ alto digno luminar/ en la flama de las horas/ Siervo de los Siervos de Dios.”

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