Todos sabemos que el fútbol no sólo es un deporte sino que uno de los negocios más lucrativos del mundo, y basta ver la danza de millones que hay en la compra-venta de jugadores para entender los enormes intereses que se generan alrededor de, sobre todo, los derechos de transmisión que se han globalizado en las últimas décadas. Pero los hechos a lo largo y ancho del mundo demuestran que no sólo es un negocio sino que también es objeto de permanentes trinquetes que practican no sólo los dirigentes federativos a nivel mundial, regional y nacional, sino también dueños de equipos y a veces hasta jugadores señalados de vender resultados para favorecer a los apostadores.
Por supuesto que si eso ocurre en todos lados Guatemala, que es un paraíso de la corrupción desde hace muchísimos años, no podía quedar al margen de los escándalos, con el agravante de que la estructura orgánica que la legislación nacional da al deporte en general, por medio de la muy corrupta Confederación Deportiva Autónoma de Guatemala, ha sido hervidero de intereses que se ven alentados por los jugosos aportes que por mandato constitucional se hacen a las federaciones y por el régimen de impunidad que ha sido manto protector de todos los corruptos en nuestro país.
Guatemala ha sido objeto de sanciones de la FIFA por malos manejos cometidos por anteriores dirigentes y por la terquedad de los que controlan la Federación que son los dueños de los equipos que han sabido sacarle raja no sólo al dinero que aporta el Estado sino a lo que también envían por medio de la CONCACAF y de esa cuenta se ha generado toda una trama de corrupción que ya tiene a exdirectivos en la cárcel en Estados Unidos, pero que en Guatemala no ha provocado ningún proceso porque la chamarra se ha estirado hasta cubrir a los causantes del descalabro federativo y, por consecuencia, deportivo.
Hace muchos años que Guatemala pasó a los últimos lugares de la región luego de haber sido uno de los países con mejores resultados hasta mediados del siglo pasado. Pero cuando los equipos empezaron a ser máquinas de lavar dinero, entre otras cosas, y se privatizaron instituciones como Municipal y Comunicaciones que eran patrocinadas por entidades públicas, se acabó aquella era de relativo esplendor que permitió ganar a nivel de NORCECA y clasificar para competir en las Olimpíadas de México, y por ello mientras persista el control mañoso de la Federación, el futuro será negro aunque maquillen la realidad para recibir el aval de la FIFA.