Francisco Cáceres Barrios
caceresfra@gmail.com

El viernes pasado vimos muchas caras desencajadas producto del rechazo, otras de angustia y las más comunes de desagrado, mientras transcurría el largo tiempo de lectura de la resolución frente a los medios de comunicación social de la Sala Tercera de Apelaciones lanzando a diestra y siniestra, de manera insistente e inadecuado el término de “espurio” para que el esposo de la lectora y su jefe inmediato pudieran echarle en cara al encartado Álvaro Arzú, alcalde capitalino, el descarado favor de dictarle un fallo nada novedoso, pues solo seguía la misma línea de la jueza pesquisidora. Lástima que el Alcalde en su algarabía se haya perdido la oportunidad de ver o escuchar las expresiones tan duras que la gente utilizó al comentar tan deplorable resolución.

Esa tarde recibí un correo electrónico en el que claramente pintaba el punto de vista de un ciudadano maduro, mesurado y consciente el error cometido por el Alcalde al impedir que fuera investigado por la justicia y con ello, haber podido “dejar un buen legado a las nuevas generaciones que todo el tiempo en que estuvo al frente de la alcaldía, lo hizo en forma transparente, sin malos usos de los dineros del pueblo, sin escudarse en maneras de esconder la forma de enriquecimiento (creación de fideicomisos) para que no se pudiera saber qué hacía con tanto dinero”.

Bien sabemos todos que es costumbre de nuestros políticos que al llegar al cargo público al que aspiran, se rodean de los clásicos sobalevas que tras sonrisas y adulación lo que menos les dicen es lo que realmente opina la gente, los errores de su gestión, como tantos malos pensamientos que pasan por su mente. Al respecto, nuestro conciudadano escritor sigue diciendo: “Para nadie es un secreto que es casi dueño del centro histórico, con un montón de propiedades, tampoco es un secreto que ha hecho obra para tapar todo lo que esconde atrás”. “Si nada debe, no debe de temer nada”.

Por ello le solicita al señor Arzú: “Hágalo señor alcalde, es sano para cuando la historia lo tenga que juzgar sea con la verdad. A estas Cortes, que están cooptadas, comprometidas con la corrupción, ya les llegará su turno”. A propósito, según lo anunciado por la señora Fiscal General el fallo al que nos referimos en esta oportunidad va a ser apelado ante la Corte de Constitucionalidad y se investigan otras denuncias, ¿entonces por qué no aprovechar el tiempo para aceptar la sugerencia simple, sencilla, como honesta de un ciudadano que recoge muy bien el sentir de la mayoría? También me parece visionaria su recomendación, pues se avizora una tremenda tormenta de pronóstico reservado.

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