Roberto Arias

Muchas preguntas nos hacemos respecto a nuestra condición social, como país. Desafortunadamente no ponemos mucho interés en investigar sobre las razones profundas que existen detrás de la conducta de una sociedad. Como bien sabemos, las raíces de la dirección social que toma un conglomerado radican en lo que se absorbe desde la niñez en los hogares, conforme a la cultura que promulguen los padres en los hogares pobres… o ricos.

La perversidad, derivada del latín perversus, se refiere a algo que causa daño intencionadamente; a algo sumamente malo; a algo que corrompe las costumbres o el orden y estado habitual de las cosas como deberían ser conforme a la moral.

De acuerdo a lo que nos enseña la Academia y el Dr. Romeu, el maltrato psicológico es una conducta perversa y destructiva que ejerce un miembro de la pareja sobre el otro, de mayor vulnerabilidad. Las conductas de maltrato psicológico se producen en relaciones asimétricas, en las que uno se sitúa por encima del otro dominándolo, y éste otro progresivamente pierde su sentido de libertad.

Germina el maltrato psicológico en una primera etapa de la relación, en la que se asienta gradualmente, a través de un proceso de seducción. En esta primera fase, se desestabiliza a la víctima, que pierde progresivamente confianza en sí misma.

El maltratador cautiva a su pareja para atraerla, a la vez que de forma indirecta opera manipuladoramente, para influirle cada vez más, y así conseguir que su pareja decida o se comporte de modo diferente a como lo haría espontáneamente. Así, se hace creer al otro que es libre, se le impide tomar conciencia de la realidad del acoso, ya que se trata de un proceso insidioso y gradual, en el que la realidad queda confusa debido a la manipulación ejercida y el proceso de seducción.

La víctima va perdiendo el sentido crítico y la capacidad de defenderse, se mantiene en un modo dependiente, mostrando su seguimiento hacia la pareja maltratadora, que ejerce un dominio destructivo.

En un primer momento de la fase de dominación, la víctima obedece para contentar a su compañero, posteriormente lo hace porque tiene miedo. En el acoso psicológico se deforma la comunicación con objeto de utilizar al otro. Esta deformación de la comunicación es necesaria para mantener confundida a la persona que padece la situación de maltrato.

No debemos olvidar que la comunicación es la madre de todo contacto entre los seres humanos y cuando perversamente una persona o un medio de comunicación masiva deforman la comunicación, entonces confunden al individuo y/o al conglomerado.

Claro que existen medios para revertir estos procesos de mala comunicación o comunicación perversa, sobre lo cual presentaré algunas ideas en próximo o próximos artículos, naturalmente, consultando las fuentes más rigurosas en esta materia tan difícil que ha sido un fuerte coadyuvante para trasfundir el irrespeto y a crear violencia colectiva en nuestra sociedad.

Ha sido tan fácil crear una sociedad enferma y será tan difícil revertir sus efectos.

Artículo anteriorGuatemala tiene mucho que ofrecer a los turistas
Artículo siguienteSemana de la Francofonía 2018 en Guatemala