Emilio Matta Saravia
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Lamentables fueron las declaraciones de dirigentes del sector gremial del transporte pesado respecto al accidente de la semana anterior en la carretera Interamericana, protagonizado por un tráiler que cargaba producto a granel y que colisionó contra más de 20 automóviles y donde perdieron la vida al menos 6 personas.

Cierto es que los pilotos que conducen de forma irresponsable y provocan accidentes, fatales o no, deben ser castigados por la ley y por ello. Sin embargo, como ocurre en prácticamente todo el mundo, el propietario del transporte también tiene responsabilidad civil y penal, por los daños que ocasionan los vehículos de su propiedad. Inclusive las aseguradoras tienen en su portafolio de productos, seguros de responsabilidad civil que cubren las indemnizaciones a los perjudicados por estos accidentes. Estos seguros deben ser de carácter obligatorio para transporte de carga y para transporte urbano y extraurbano, con mínimos (no máximos) establecidos de responsabilidad civil para por lo menos reparar daños materiales causados por un accidente.

Pero la responsabilidad penal, tanto del piloto como del propietario del transporte, deben existir y aplicarse de tal forma que resulte un disuasivo a los conductores de camiones, tráileres y buses para que se abstengan de conducir sin las debidas precauciones, y también para que los propietarios de los vehículos se preocupen por dar el mantenimiento adecuado a sus unidades y además exijan precaución y controlen a sus pilotos, ya que, de lo contrario, tendrán consecuencias.

Sin embargo, la actitud de la dirigencia gremial refleja la típica irresponsabilidad de los transportistas, ya sean de tipo pesado o colectivo, donde endilgan cobardemente la responsabilidad al piloto, llegando a tales extremos de estupidez e idiotez que han osado llamar “el gerente de la unidad” a un piloto, lo más seguro que analfabeto e ignorante, a quien le dieron la responsabilidad de conducir un bus o un tráiler de carga pesada sin tener la debida preparación. Los dirigentes gremiales en ningún momento intentan asumir responsabilidad alguna. Indican en sus declaraciones que “pagan por encima del salario mínimo” hasta una cantidad de 5 mil quetzales (gran cosa) y que realizan pruebas “psicológicas” a sus pilotos (esa no me la creo). Lo que se sabe del transporte pesado es que un camión parado es una pérdida para el propietario, por lo que mientras más fletes tenga la unidad, más rentable será la misma. En este mismo sentido, también es más económico tener un solo piloto y pagarle horas extras (si es que lo hacen, yo lo pongo en duda) por hacer más viajes, que tener dos pilotos que tomen turnos para no tener recarga física y psicológica a la hora de realizar sus viajes. Este tipo de accidentes ocurren precisamente porque los pilotos no descansan suficiente, salen de madrugada, corren para llegar a su destino o atravesar la ciudad antes que llegue la hora de restricción de transporte pesado, y un largo etcétera que son los principales causantes de los accidentes en carreteras.

Esta actitud de no asumir responsabilidades es muy propia de nuestra cultura y es parte de las razones por las cuales estamos como estamos. Mientras los dirigentes del transporte pesado no acepten los errores que cometen y busquen formas de enmendarlos, tendremos siempre accidentes fatales en nuestras calles y carreteras. Y es obligación nuestra exigir a las autoridades que se deduzcan responsabilidades penales y civiles, tanto a los dueños del transporte como a los pilotos.

 

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