Juan Francisco Reyes López
jfrl@yahoo.com

En nuestro país la seguridad vial depende de las disposiciones que el Congreso de la República decrete, de las normas que el Ministerio de Comunicaciones, Infraestructura y Vivienda utilice para la construcción y diseño de la red vial; del reglamento de pesos y dimensiones para vehículos automotores, de las normas de tránsito y seguridad que el Ministerio de Gobernación reglamente; así como de las disposiciones que las municipalidades establezcan, tanto para el uso de la infraestructura vial como para la Policía Municipal de Tránsito.

Como podemos comprobar, a diferencia de México, Colombia, Ecuador, Perú, Chile y muchos otros países del mundo, en Guatemala, el Congreso de la República no ha normado para que se prohíba totalmente la importación de vehículos usados, como son los tracto camiones, los tráileres de diferente tipo, los autobuses extraurbanos, escolares y urbanos.

Ello ha significado que miles de vehículos usados que están técnicamente mal diseñados para nuestro país, por la topografía y diseño de carreteras, se importen mensualmente por cientos, produciendo un enorme riesgo para la seguridad vial y por consiguiente un riesgo potencial de accidentes permanentemente.

Estados Unidos es un país donde la mayoría de la topografía es plana y el transporte federal, estatal e interestatal se desplaza por autopistas y carreteras, cuyo diseño geométrico es para que puedan desplazarse a 120 kilómetros por hora en promedio. Esto implica que las cajas de velocidades y los ejes de los cabezales tengan una relación para esas velocidades, lo mismo se le aplica a los buses extraurbanos, incluso a los buses escolares.

Por ello, cuando se permite la importación de un vehículo usado de ese país o de Europa, el vehículo es inadecuado e inseguro para ser utilizado en Guatemala, donde las carreteras están diseñadas por su topografía y por lo limitado de los recursos para velocidades de 60 o 70 kilómetros por hora, como máximo.

Cualquier persona puede comprobar que la carretera panamericana de la Mesilla, Huehuetenango a Guatemala, en su mayor parte, son subidas y bajadas; por consiguiente, las cajas y ejes de los vehículos usados ya son un peligro en potencia.

Lo correcto sería, como se hace con los vehículos nuevos que se importan, que estos fueran diseñados en sus cajas y ejes para subir y bajar a 70 kilómetros por hora como máximo, ello limitaría que los sistemas de frenos se sobre utilizaran y que los vehículos pudieran detenerse en la mitad de distancia de lo que lo hace un vehículo diseñado para ser usado en Estados Unidos o en Europa.

Adicionalmente, el Congreso debería de normar para que todos los cabezales y tráileres tuvieran frenos de motor; que las fricciones que se utilizaran fueran de la mejor calidad y seguridad, por cuanto aun cuando en la apariencia las fricciones que se puedan colocar en las zapatas de frenos sean parecidas, no es lo mismo una fricción hecha en Guatemala o Centroamérica, o en cualquier otro país, de bajo precio pero también de pésima calidad, lo que implica que las mismas aún nuevas no frenen en la distancia que un vehículo debería detenerse en caso de una emergencia.

En conclusión, el primer responsable de los accidentes en Guatemala es el Congreso de la República, que debe de prohibir la importación de todo vehículo usado para el transporte público o escolar.

¡Guatemala es primero!

Continuará.

 

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