Pedro Pablo Marroquín Pérez
pmarroquin@lahora.com.gt
@ppmp82

Como vivimos en un país en el que históricamente, y especialmente en el pasado reciente, nos ha costado alcanzar acuerdos mínimos, es natural que un evento como el de ayer haya generado diversas reacciones en prácticamente todos los ámbitos sociales. Hay de todo en la viña del Señor y hay quienes vemos esto como un importante primer paso, hay otros más escépticos y otros inconformes.

La agenda inicial del Frente Ciudadano Contra la Corrupción era y es muy clara: Apoyo a la Comisión Internacional Contra la Impunidad en Guatemala (CICIG) y el comisionado Iván Velásquez, apoyo al Ministerio Público (MP) y la fiscal general Thelma Aldana y la petición concreta de que existan seis candidatos idóneos que puedan dirigir el MP.

El apoyo a la CICIG, el MP, Velásquez y Aldana que procura el Frente no es uno solapado, a medias ni mucho menos un apoyo que piensa que en Guatemala hay una aplicación selectiva o ideologizada de la justicia, que los entes investigadores han violado garantías constitucionales, que la economía se deprime por la lucha contra la corrupción, que se abusa de la prisión preventiva y otros puntos que esgrimen y que por cierto, fueron muy bien rebatidos por Rottman Pérez del MP en una entrevista publicada el martes por este grupo editorial. Los que ayer asistieron, pero especialmente los que se subimos a la tarima, lo hicimos sabidos del compromiso asumido, y lo que está en juego es la palabra.

El Frente contó con la participación de sindicalistas, cooperativistas, empresarios, obispos, colectivos sociales, indígenas y empresarios, entre otros, más la exposición de dos empresarios, tres indígenas y dos representantes de grupos sociales. Todas las exposiciones tuvieron su aporte y postura clara, pero todas coincidieron en esa necesidad que tenemos de actuar ya para no perder al país por las próximas décadas en manos de los operadores de la dictadura de la corrupción.

No hay agendas ocultas sino simplemente un claro y transparente anhelo por tener un país en el que quepamos todos (como dijo ayer Miguel de León) sin importar nuestro origen o posición social, y ello deriva en un entendimiento claro del problema sistémico que nos acecha y de los graves riesgos que representan quienes hoy ostentan un poder otorgado en las urnas al tenor de los vicios de la cooptación.

En el Frente, como dijo Estuardo Porras, hay un claro entendimiento de que el futuro puede llegar a pasar por apremiantes situaciones en las que los ciudadanos debamos tener la capacidad de vernos para adentro y aceptar lo que hayamos hecho bien o lo que se haya ejecutado mal (buscando mecanismos de aceptación), pero no por ello debemos detener los avances o aliarnos con aquellos que por salvar sus puestos de poder y evitar la justicia, están dispuestos a todo.

Decía Peter Lamport que se sentía apenado de entregar a las nuevas generaciones un país en las condiciones actuales, pero estamos conscientes que este es el momento de actuar juntos para lograr el objetivo. Helen Mack y Lenina García fueron asertivas en torno a su denuncia de la corrupción con argumentos que son irrefutables hasta por aquellos que intentan debatir con su propio set de hechos (falsedades).

Los escépticos, los cínicos, los que dicen que no somos capaces de ponernos de acuerdo, que esto durará poco deben saber que el Frente no será un espacio para las fotos, para las medias tintas, para los dobles discursos, para aparentar una cosa y hacer otra, sino será un espacio para aquellos que con hechos inequívocos estén dispuestos a decir presente para luchar por una Guatemala diferente.

El Frente es y será la plataforma ciudadana en la que quepan las acciones de miles que están cansados de nuestra realidad, y que buscan en este momento un espacio apolítico para incidir y cambiar porque creen en su habilidad de provocar un futuro diferente.

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