Oscar Clemente Marroquín
ocmarroq@lahora.com.gt

Ayer Iván Velásquez y Thelma Aldana informaron en conferencia de prensa los detalles del caso que desnuda las miserias de nuestro Sistema de Justicia luego de conocerse cómo operaban Comisiones de Postulación paralelas para elegir a magistrados de la Corte Suprema y de las Salas de Apelaciones, evidenciando el nivel de cooptación de nuestro Sistema Judicial que, como estamos viendo con diversas resoluciones, es un pilar de la corrupción y de la impunidad en el país.

Y justamente hoy será lanzado oficialmente el Frente Ciudadano Contra la Corrupción que se ha venido organizando desde hace algún tiempo para ofrecer a la ciudadanía un instrumento de participación para que el esfuerzo por erradicar tanto la corrupción como la impunidad en el país pueda concretarse gracias al aporte de una ciudadanía activa, comprometida y categórica en el repudio a todas las prácticas y expresiones que pretenden afianzar la dictadura de la corrupción. Como bien dice hoy Mario Antonio Sandoval en su columna Catalejo, el reto es grande no sólo porque tiene que plantearse una clara hoja de ruta que pueda canalizar el descontento de los guatemaltecos de bien ante los avances del Pacto de Corruptos, sino que además impida que sus fuerzas aliadas puedan hacer el esfuerzo por colarse y aparecer con el discurso calcado en las expresiones reiteradamente repetidas por la Canciller y todo el equipo de gobierno, así como por actores particulares que no dudan en minar el trabajo de Velásquez y Aldana con cantaletas sobre el debido proceso, presunción de inocencia y prisión preventiva que repiten sin comprender esos términos jurídicos.

Justamente el problema esencial de Guatemala es la necesidad de asegurar el imperio de la ley para todos, por parejo y sin tratos preferentes para nadie. Lo que hacía el “Rey del Tenis” con el concurso de los operadores políticos de los partidos políticos y de los gobiernos era poner a la justicia al servicio de la impunidad para garantizar que la corrupción pudiera operar a sus anchas. El verdadero crimen organizado en Guatemala está en la corrupción donde se han aglutinado diversos sectores y personajes que se vuelven millonarios con la certeza de que a ellos la ley no les alcanzará nunca. Y aún hoy, con los procesos existentes en tantísimos casos de corrupción, siguen apostando a que el manoseo que hicieron de las comisiones postuladoras rendirá frutos cuando en mayo puedan poner a “su” fiscal general que deje de impulsar los casos para que “sus” jueces puedan ir dejando en libertad a los ya sindicados.

Los ciudadanos hemos estado apáticos y una queja recurrente ha sido la falta de instrumentos para canalizar el esfuerzo por la depuración y la transparencia. Pues hoy surge ese vehículo para iniciar una senda compleja, sin duda ardua y difícil, pero absolutamente necesaria si queremos construir un país distinto en el que el motor de la sociedad no sea la corrupción, sino el esfuerzo transparente de los ciudadanos y de sus dirigentes políticos, sometidos a una demandante rendición de cuentas.

Y es tiempo de que todos digamos #YoSiMeAtrevo

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