Francisco Cáceres Barrios
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Los guatemaltecos llevamos tiempo de vivir enojados, molestos y decepcionados por el triste y lamentable comportamiento de nuestros jueces, como aquella vez en que la misma Corte Suprema de Justicia no le quitó la inmunidad al presidente Jimmy Morales porque había devuelto el dinero que se había embolsado a través de un bono, mal llamado de riesgo, como si todo el mundo no supiera que aunque se devuelva lo mal habido, el delito ya se cometió y por consiguiente debe ser juzgado truene, llueve o relampaguee. No es querer entrar en conflictos por la interpretación de una ley, cuestión de opinión o manera distinta de ver la redacción de la misma, sino de lógica y de principios, que provienen desde el chipotazo que recibíamos en nuestras manos cuando nuestros padres nos reprendían por haber tomado lo que no era nuestro.

Nos sacan de quicio actitudes o comportamientos de quien solo por ocupar el cargo de Presidente del Colegio de Abogados nos quiera ver al resto de guatemaltecos cara de babosos cuando dice que “una decisión de un juez no es antojadiza” para asegurar que la jueza que sin ningún empacho dijo: “La Constitución no otorga el antejuicio a juez de rango militar, pero tampoco lo prohíbe”, tomó la decisión correcta y bien fundamentada. Vaya desfachatez de argumento para pretender tapar el sol con un dedo, cuando quedó más que claro el ferviente deseo de proteger por conveniencia o intereses personales a alguien que, ocupando un relevante cargo militar, se le haya querido proteger a toda costa. ¿O siguiendo el mismo criterio, todos los guatemaltecos gozamos de inmunidad por el solo hecho de que la Constitución no lo prohíbe?

Algo que a la gente común y corriente todavía no le entra en la cabeza es cómo los guatemaltecos podamos soportar que la señora Sandra Torres siga tan tranquila y contenta como si no estuviera pasando nada, cuando su exmarido está en la cárcel con la mayoría de integrantes de su Gabinete, cuando millones de chapines nos dimos cuenta, no nos lo contaron, que quien llevaba los pantalones en el gobierno de la UNE era ella y que hasta el mismísimo exministro de Finanzas de dicho gobierno haya escrito un libro de memorias en el que confirma lo antes aseverado, como que abierta y descaradamente había abanderado la estafa colectiva del Transurbano con el dinero del pueblo manejado deshonestamente en perjuicio de la población. ¡Ah!, pero eso sí se le califica de “inteligente” porque aunque usara el evento para su propaganda, no haya dejado siquiera la huella digital en el acuerdo de su propia creación y politiquería.

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