Jorge Santos
La sociedad guatemalteca está enfrentando actualmente una de sus encrucijadas más importantes en su historia reciente. Estamos frente a dos caminos, uno el que ofrece el Pacto de Corruptos e Impunes y otro el que ofrecen los movimientos sociales, populares, de derechos humanos, los Pueblos organizados y la ciudadanía a favor de la justicia. El primero de estos actores ofrece corrupción, impunidad, pobreza y muerte y el segundo construcción de vida digna, justicia y equidad.
El grupo que se ha ido consolidando desde 2014 en los tres poderes del Estado guatemalteco, desarrolla un esquema que ofrece a las y los guatemaltecos el sostenimiento del status quo imperante durante más de setenta años y que ha producido efectos devastadores sobre los Pueblos en Guatemala. Este esquema mortal fue el responsable del Genocidio, la desaparición forzada, el terror de Estado, el hambre, la pobreza, efectos de un modelo que desean mantener estos grupos aglutinados en el Pacto de Corruptos.
Este Pacto de Corruptos ha logrado conjuntar actores del viejo esquema contrainsurgente, antes en disputa por los negocios más oscuros con el Estado. Por un lado los que han mantenido al jurásico alcalde de la Ciudad de Guatemala y por el otro los aglutinados en la Secretaría Técnica del Consejo Nacional de Seguridad. Pero también ha aglutinado aquellos que eran mal conocidos como las “familias bien” con miembros del crimen organizado y de allí la avanzada en la construcción de acciones pro muerte, expresadas tanto en políticas públicas, legislación pro impunidad y retroceso de garantías de cualquier democracia por débil que sea.
Esta muerte expresada en los asesinatos contra periodistas, defensores y defensoras de derechos humanos, criminalización y prisión política contra defensores de su territorio y recursos naturales, amenazas permanentes vertidas desde el propio Presidente de la República y miembros del Congreso de la República, atentados contra fiscales del Ministerio Público, son de las acciones cobardes de este Pacto de Corruptos.
Por el otro lado, está el camino, plagado de complejidades, difícil y sin lugar a dudas cuesta arriba, pero que nos conducirá hacia derroteros muy diferentes a los vividos hasta ahora. Este proyecto por construir y aglutinar esta en los movimientos nacidos desde los Pueblos, está en las resistencias a los proyectos saqueadores y expoliadores de la fuerza de trabajo, la tierra y los recursos naturales. Este proyecto que nacerá de la fuerza y creatividad de las y los jóvenes, de las mujeres que se atreven a transgredir el orden establecido. Este modelo de sociedad contará con la participación de los Movimientos Sociales y Populares capaces de construir democracia desde dentro de sus organizaciones.
Esta construcción colectiva que nacerá sin lugar a dudas desde la Plaza y que desarrollará una agenda política que sea capaz de arrebatarle de las garras del pacto de corruptos la posibilidad de transformar la muerte en vida digna.







