Pedro Pablo Marroquín Pérez
pmarroquin@lahora.com.gt
@ppmp82
En este momento en nuestra historia, nadie puede decir que la lucha contra la corrupción es un tema de ideologías. Nunca lo ha sido, pero durante mucho tiempo los enemigos del cambio y amigos del sistema podrido que tenemos, lograron poner como punto central del debate que las investigaciones respondían a una agenda de izquierda y decían eso, porque no tienen muchas otras opciones para justificar a aquellos que han cooptado todo y a los que les debemos agradecer, en gran parte, nuestra maltrecha realidad.
Claro que siendo un país en el que buena parte de la economía llegó a descansar en la corrupción y en el que la impunidad facilitó la corrupción y el tráfico de influencias de forma masiva, aún faltan muchos pícaros que deben enfrentar la justicia, pero los investigadores avanzan en la medida que pueden a pesar de las limitadas posibilidades, para irse a topar con un precario sistema de justicia. Gracias al esfuerzo de mucha gente comprometida (en investigación, policía y juzgados), es que hemos podido avanzar lo que se ha logrado.
Hoy publicamos en exclusiva que de noviembre 2017 a enero 2018 se suspendieron 14,976 audiencias por diversas razones y eso, además de otros factores, es lo que ha hecho, hace y hará que la justicia sea lenta y tardía, advirtiendo que somos muchos los que llevamos años denunciando ese problema que ahora cobró un relieve especial para varios, porque el espectro y origen de los sindicados se amplió.
Es importante destacar con propiedad que el problema nuestro está en el sistema mismo, y en esa capacidad de la mayoría de políticos y sus socios particulares que se resisten al cambio porque no desean sacrificar la gallina de los huevos de oro que ha sido posible gracias al secuestro y cooptación de las instituciones del Estado.
He dicho y lo sostengo que este proceso es y debe ser irreversible y como bien dijo ayer Karin Slowing, es hasta doloroso pero no se puede detener, sabiendo que además de las investigaciones, debemos ser capaces de hacer los ajustes al sistema para lograr cambios estructurales clave que nos permitan viabilidad a futuro.
Pero quiero probar mi punto de resistencia al cambio, y todo es porque los mafiosos estiman que saliendo de los investigadores y de los casos, las cosas volverán a su cauce y entonces no desean sacrificar el andamiaje del saqueo que había funcionado a la perfección previo al trabajo de Iván Velásquez y Thelma Aldana.
Por ello estiman que es mejor luchar por derribar los esfuerzos que hacer ajustes que nos permitan a todos desarrollarnos en igualdad de condiciones y en un marco de mayor transparencia general; así se debe entender la forma en que los políticos cierran filas para defender el sistema y la cooptación de los poderes a los que se tiene acceso mediante el voto popular.
Solo así puede y debe entenderse la oposición a las reformas al sector justicia aunque sean esos mismos que se opusieron los que repitan los vacíos argumentos que la Canciller Sandra Jovel fue a exponer a Naciones Unidas, pero que aquí son repetidos como vil corrido de Jorge Negrete por personas de ambas ideologías.
Si le preocupa el rumbo del país, no pida que cesen las investigaciones ni las culpe de nuestros males. Enfoque sus fuerzas en el sistema y en lograr cambiarlo porque eso ha sido, es y será nuestro eterno gran problema para tener una Guatemala diferente.