Edith González
Hace cincuenta años cuando la sociedad guatemalteca guardaba otro tipo de valores, mi padre acostumbraba llevarnos al Parque Central el 14 de septiembre por la tarde. Realizábamos un recorrido por la sexta viendo los adornos de las vitrinas y admirando los altares cívicos en honor a la patria.
Cerca de las seis de la tarde buscábamos un sitio estratégico para ver izar la bandera de Guatemala, cantar el himno nacional a viva voz, junto a otros guatemaltecos y ver pasar a los jóvenes escolares y los alumnos cadetes, desfilando en un acto de honor y amor a la patria. Daban una vuelta al parque y luego cada grupo enfilaba hacia su establecimiento en donde con vivas y cohetillos, ondeando banderas de papel, les esperaban sus familiares, para llevarles a casa y descansar pues al día siguiente debían estar de nuevo listos para el gran desfile. Lo que constituía un honor para los jóvenes y un orgullo para los padres que mostraban así a los nuevos ciudadanos. Una tradición que perduró por muchos años.
Sin embargo, este pasado 14 de septiembre, a veinte años de la Firma de la Paz, la historia registró hechos insólitos que nos dejaron a muchos asustados, aterrorizados por una manada de vándalos que llevaban una consigna clara. Provocar terror y quizás hasta buscar un muerto. Todo en aras de impedir que la democracia continúe en nuestro país, para volver al pasado cuando al escuchar la música de marimba en todas las estaciones radiales, sabíamos que algo malo ocurría. Un nuevo golpe de Estado se gestaba.
Todos pudimos ver una y otra vez, como jóvenes identificados como miembros del grupo Semilla, destrozaron el escenario de los actos patrios, provocando pérdidas que luego serían pagadas con el dinero de nuestros impuestos, sin que estos vándalos fueran investigados, detenidos, y enjuiciados. Pese a que se les pudo identificar plenamente, tanto como a quienes en un acto de deshonor y actuando con la impunidad que el momento histórico ofrecía pretendieron arrebatar la bandera nacional de manos de un grupo de cadetes a quienes había sido confiada y quienes la defendieron demostrando carácter y orgullo.
Ayer la municipalidad capitalina reconoció el heroísmo de un oficial y catorce cadetes, otorgándoles la medalla Más allá del valor. Lo que no fue del agrado de algunos, que no protestaron cuando los vándalos izaron una bandera negra suplantando la bandera patria, provocando incluso la suspensión del desfile del 15 de septiembre, cumpleaños de la patria, en lo que pudo conocerse como un golpe de Estado blando de quienes no quieren entender que los guatemaltecos deseamos vivir en paz y dejar atrás los enfrentamientos y los golpes de Estado.
Lo que resulta muy difícil cuando desde los círculos de poder se busca arrebatar el poder Como decíamos antes “a la mata cocha” “sin leipa y sin pago” pretendiendo mostrarse como los salvadores, cuando en verdad son personas que buscan lo mismo que condenan. El poder y la riqueza, a como dé lugar, a sabiendas que en las urnas la batalla está perdida.