Alfredo Saavedra

Desde Canadá.-  Millones de personas en el mundo viven en las calles por falta de una vivienda donde habitar, en problema agudizado en los países pobres, donde los servicios de asistencia pública son inexistentes, en fenómeno que tiene diferente gradación dependiendo de la categoría del Estado en la distribución de naciones ricas y pobres, en un complejo con diferentes factores que tienen un histórico enlace con los sistemas políticos y económicos prevalecientes.

En estos días, por ejemplo, se produce un conflicto en el distrito de Windsor, Gran Bretaña, donde las autoridades están en el dilema de recurrir a la fuerza para desalojar a los “homless” (sin hogar) que ocupan espacios “para vivir” en la principal vía que será recorrida en el desfile de la boda del príncipe Harry con su prometida, la exmodelo  estadounidense Meghan Markle, a realizarse en el venidero mes de mayo. La vía es de por sí visitada por un turismo permanente ante la ubicación del renombrado Castillo de Windsor, residencial de la realeza del Reino Unido.

Alegan las autoridades que los “sin hogar” como pedigüeños hostilizan  a los turistas, aparte, se quejan del “mal aspecto” que presentan para la urbanidad local. La nota, tomada del New York Times, indica que el escándalo es exagerado pues no son más que ocho personas las que están en condiciones de “sin hogar” en esa vía por lo que la solución es más bien de atención social, y no de fuerza para desalojarlos, lo cual, según la información sería de disgusto aún para los ciudadanos entusiasmados por los preparativos de la boda real.

Ese problema social se manifiesta, como se ve, en naciones desarrolladas que incluyen a los Estados Unidos, primera potencia mundial, donde en las grandes ciudades existe el fenómeno de los “homeless”. Por ejemplo, es del dominio público que en la ciudad de Los Ángeles, mucha gente sin hogar convierte en vivienda vehículos automotores, lo cual ha sido expuesto en diversos documentales de la televisión.

En Canadá, ante las crueles condiciones de un clima de extremo frío de invierno, las autoridades, entidades oficiales y particulares socorren de manera eficiente a la gente necesitada y nadie se queda en la calle por las noches por falta de refugio, donde hay provisión de alimento y vituallas para dormir. Sin embargo, aquí como la prensa lo ha informado, hay problema para la gente sin casa, que incluye al proletariado y a la clase media de bajo nivel, por el excesivo costo de los arrendamientos y el inalcanzable precio de la vivienda en una incontrolable alza por causa del denominado libre mercado. Situación similar en la comunidad internacional.

Contrario a una generalizada creencia, la gente clasificada de “sin hogar” no está solo compuesta por los llamados vagabundos, drogadictos o afectados por enfermedades mentales. En la prensa se documentan casos de personas con habilidades de trabajo, que ya sea por cesantía o problemas de familia, se insertan dentro del concepto de destituidos y que con la correspondiente ayuda, pueden ser restituidos a la vida social normal.

Es de tomar en cuenta que en los países dentro del denominador de desarrollados, el estado provee de ayuda económica y social para los ciudadanos en toda circunstancia. Ejemplar es el caso de los países nórdicos en Europa, con sistemas que funcionan bastante aproximados a la perfección para la asistencia social de sus habitantes.

Pero no hay que perder de vista que los alcances de un mundo mejor se ven muy lejos con la amenaza o existencia de las guerras, la indiferencia de los líderes comprometidos con la solución de los problemas de sus entornos y la proliferación de gobiernos despóticos y ladrones que convierten en un negocio para su propio beneficio el asalto al poder. Eso aunque sea con procedimientos pseudodemocráticos con turbias elecciones como ocurre, para no ir muy lejos con Guatemala y más reciente Honduras donde la corrupción está muy al día con el peculado y lo influencia subterránea del narcotráfico.

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