Claudia Escobar. PhD.
claudiaescobarm@alumni.harvard.edu

“Si queremos un gobierno de leyes y no de hombres se necesita particularmente de hombres y mujeres dedicados a lograr esto con celo y determinación y también de una legitima preocupación por la rectitud y la imparcialidad.”
Edward H. Levi.

La próxima elección de Fiscal General, marca la agenda política de los guatemaltecos. Elegir a la persona idónea, capaz de asumir los retos que enfrenta la dirección del ente encargado de la investigación criminal, no ha sido nunca asunto sencillo.

Hace unos años, en un contexto de designación de Fiscal General en Estados Unidos, el juez federal Mark Wolf, reconocido por su compromiso en la lucha contra la corrupción, publicó en The Boston Sunday Globe una columna de opinión titulada “Impartir justicia sin miedo y si favoritismos”. En dicho artículo, cuyo extracto hoy comparto con los lectores, el juez diserto respecto a las características de un buen Fiscal.

Señala que la equidad en la aplicación de la ley y la imparcialidad son cualidades que debe tener el Fiscal General. El departamento de justicia, personifica e institucionaliza en Estados Unidos, el compromiso con el cumplimiento de la ley, la justicia y la democracia.

Subraya el juez, que es importante discutir el rol de la política en el cumplimiento de la ley y las cualidades necesarias de aquellos a quienes se les confía el extraordinario poder de enjuiciamiento. Dichos cuestionamientos son elementales, cuando por ley se requiere el nombramiento de un fiscal independiente, que investigue los señalamientos en contra del Presidente y de los funcionarios de su administración. La discusión de esos temas es necesaria para diferenciar la política del partidismo. La política propiamente entendida es la esencia de la democracia. La aplicación de la ley es, desde esa perspectiva, una acción política.

Reitera Wolf que los asuntos relacionados con la criminalidad son temas que interesan a los ciudadanos y los presidentes se refieren a ellos con frecuencia en sus campañas políticas. (Como cuando el presidente Morales se manifestó en contra de la corrupción.) Cuando un presidente es electo, tiene el derecho de nombrar a un Fiscal General. Es natural que un mandatario crea en su propio programa de cumplimiento de la ley y que este consiente que deberá rendir cuentas de su gestión en la próxima elección. Por eso va a buscar miembros de su propio partido para que implementen el programa de persecución penal.

El juez nos recuerda que una vez nombrada, la persona designada debe reconocer que la política se limita al desarrollo de políticas públicas. No puede haber favoritismos políticos o partidarios en la ejecución de esas políticas. En la ejecución de la ley, sencillamente no puede haber amigos o enemigos. La ley debe tratar los intereses importantes y los anónimos de la misma forma. Para lograr esto es necesario establecer estándares y procedimientos de investigación y seguimiento de la persecución penal. Luego se deben aplicar sin favoritismos y sin temor.

Para Wolf, un corolario de esto es que el Fiscal General debiera ser alguien que se ha ganado la reputación de una persona confiable y profesional, no una persona que sea afín al partido. Al estar nombrado, no puede justificar las investigaciones que realiza o explicar porque una acusación no ha sido solicitada. Muchos asuntos de interés público conllevan información confidencial. Por eso es importante que los ciudadanos confíen en la ética y la capacidad del Fiscal General y del personal que trabaja en el Ministerio Público.

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