Gladys Monterroso
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“El abuso de grandeza viene cuando la clemencia se divorcia del poder.” Bruto

No existe institución, u órgano en el país, que se encuentre libre de poderes reales, que limitan el funcionamiento de los mismos, situación que deriva en falta de políticas públicas, que satisfagan los objetivos para los que en teoría los mismos han sido creados, el resultado, se deja sentir no solamente por la ausencia de productos efectivos, también lo es en la imagen que se proyecta, nacional e internacionalmente de la entidad de que se trate, puesto que los funcionarios no han atendido el cumplimiento de su deber, hecho inequívoco de por lo menos un ilícito penal.

No hay día, que no leamos o escuchemos por cualquier medio la información, sobre la diversidad de formas en las que, las instituciones son capturadas por agentes individuales o grupales, que se apoderan regularmente por períodos largos de las mismas, acción que podemos observar cambia de rostros, más la esencia de la perversión no cambia, cambian los colores, pero no las malas intenciones.

Bajo estas circunstancias, no existe sociedad alguna que pueda progresar en aspecto alguno, léase cultural, económica, financiera, jurídica y socialmente, el resultado de lo antes mencionado: Un déficit, que cada día crece más, de la satisfacción de las necesidades de la población en general, ¿Resultado? Pobreza, desnutrición, analfabetismo de todo tipo, nos encontramos ante una total anomia social.

Uno de los problemas más grandes, que afronta la población, es la corrupción, derivada de la toma gradualmente del país de los poderes fácticos, unos a gran escala, (nacional) otros a menor escala, (institucional) tan dañinos unos como los otros, porque el bien lesionado es la sociedad en general, situación que crece día a día, sin que aparentemente se pueda detener, porque ha penetrado todos los estratos de la misma.

Si nos encontramos ante la elección de Presidente, se ha convertido en costumbre que el “elegido” no gobierna, gobierna cualquiera de los que él depende, pero la figura presidencial es una caricatura de lo que la teoría plantea, si la elección es de Magistrados, se ha denunciado en las últimas elecciones, que los poderes reales que decidirán quienes serán los encargados de impartir, uno de los valores más grande a que el ser humano aspira, que es la Justicia, realizan negociaciones bajo la mesa, por lo tanto la misma no será pronta, mucho menos cumplida y así no existe institución alguna, que no sea señalada de ser parte de un feudo que responderá a intereses más que personales, por lo tanto espurios, ya que todo tendrá un precio más no un valor.

Tratando de blindar las elecciones de las autoridades que se eligen por medio de las Comisiones de Postulación, se creó la ley que norma las formalidades de las mismas, más como sucede tanto en el país como en sociedades moralmente menos desarrolladas, “Hecha la ley hecha la trampa”, el resultado, la misma sociedad se encarga de fiscalizarla día a día, la consecuencia de dicha fiscalización, se traduce en un sentimiento de impotencia y frustración, aparentemente impenetrable, por lo menos en el momento actual, misma situación que nos debe avergonzar, porque los antivalores superan a los valores.

Metafóricamente nos encontramos en el Noveno Círculo del Infierno, en la ronda número dos, llamada Antenora, en honor a Antenor de Troya quien traicionó a su patria favoreciendo a Grecia, en muchas ocasiones el país pareciera Troya, pues históricamente nos hemos encontrado con muchos antenores, políticos que se han traicionado, primero ellos mismos, después a su familia, y como consecuencia a la sociedad en general.

No hay en el mundo persona más pobre, que aquella que carece de principios, de moral y de valores, sin estos tres elementos, tan intangibles como necesarios, presentes en la conciencia social, obligatorios en todas las instancias del transitar de la vida pública, se hacen de imperioso cumplimiento en cualquier institución u órgano del Estado, y por lo tanto de quien les dirige.

 

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