Emilio Matta Saravia
emiliomattasaravia@gmail.com

La reciente reforma fiscal de los Estados Unidos apunta, de acuerdo con algunos columnistas, a que mejorarán los indicadores económicos solamente porque se disminuyó el ISR corporativo en aproximadamente 40%. Lo que no dicen, por supuesto, es que dicha reducción de ISR va a dejar un agujero fiscal en el orden de los 4 billones (no millardos) de dólares en los próximos diez años. ¿Cómo van a tapar semejante agujero de ingresos para el Estado? Según estas mismas personas, lo que ocurriría es que la economía va a crecer y ese mismo crecimiento económico generará los ingresos necesarios para tapar dicho agujero. FALSO.

La propuesta que busca Trump para compensar los ingresos fiscales producto de la reducción de ISR, es imponiendo un nuevo impuesto a las importaciones llamado BAT (Border Adjustment Tax). Este impuesto será aplicado en las aduanas del país y dentro de los esquemas propuestos, el funcionario público, es decir, el empleado de la aduana, dependiendo de donde provenga la mercadería que se importa, arbitrariamente (discrecionalmente) le impondrá un arancel. Si las empresas se niegan a pagar dicho arancel, el costo de los bienes que importaron no podrá ser deducido como costo en la declaración de ISR de la empresa. La idea es que se consuman más bienes hechos en Estados Unidos, pero para que esto funcione realmente, el dólar se deberá devaluar en 20%. El efecto será uno de dos, o los precios en general incrementarán en Estados Unidos, producto del incremento en aranceles de importación, a la vez que se reducirá el ingreso real principalmente de la clase media debido a la devaluación; o la tasa real de ISR corporativo para las empresas será mayor que la anterior, derivado de no poder deducir del pago de ISR los costos de los productos importados que no pagaron el BAT.

Adicional al tema de la reducción de ISR, también es interesante tocar el tema de crecimiento económico y desempleo en Estados Unidos. La disminución del ISR ya está provocando un crecimiento económico y a la vez ha disminuido la tasa de desempleo, pregonan los mismos columnistas. De hecho, para el último trimestre de 2018 que se proyectaba un 3.2% de crecimiento en la economía estadounidense, al final el mismo fue de 2.6%. De igual forma la tasa de desempleo se estancó en 4.1% en el último trimestre. Pero no son solo estos datos aislados los que se deben analizar. Para dar el panorama completo, que es la forma correcta de hacerlo, hay que poner en contexto que cuando el gobierno del presidente Obama tomó posesión en 2009, la economía decreció en 2.8%, el ingreso de las personas (PIB per cápita) también decreció en 4.9%, mientras que las tasas de desempleo llegaron a 10% en octubre de 2009. Al tomar el poder Trump en 2017, la economía crecía en 1.6% anual, el ingreso de las personas en 1.8% y la tasa de desempleo se situaba en 4.6%. El crecimiento económico llego a estar en un 5% en 2014. Entonces el “bien hacer” del gobierno actual, no es más que la inercia que traía de las políticas impulsadas por el gobierno anterior, que a su vez venían de revertir la desastrosa gestión económica del presidente Bush.

Haya o no haya BAT, el gobierno estadounidense tiene un agujero fiscal que cubrir y no hay claridad todavía de cómo lo cubrirán, y que consecuencias, principalmente económicas, tendrán que asumir.

Artículo anteriorTrabajo-Universidad-Secundaria
Artículo siguiente¿Por qué no empezar a hacer las cuentas?