Félix Loarca Guzmán

En el pueblo de Guatemala se está profundizando un fenómeno de desencanto generalizado ante tantos casos de impunidad, corrupción, despilfarro y el enriquecimiento de unos pocos, que peligrosamente contribuyen a minar los cimientos de credibilidad en las instituciones estatales.

La decepción ha llegado al extremo, que los Obispos que integran la Conferencia Episcopal de Guatemala, (CEG), tuvieron que hacer una pausa en sus labores cotidianas, para emitir un pronunciamiento pidiendo a las autoridades y a quienes toman decisiones en el país, que corrijan el rumbo de la Nación, puesto que de continuar en la dirección actual, va camino hacia un abismo.

Para los Obispos, son temas de preocupación el aumento de la pobreza, el incremento de la criminalidad, especialmente de las extorsiones, así como la falta de acciones concretas para atender problemas puntuales como las crecientes deficiencias en los servicios públicos de educación y salud.

La Conferencia Episcopal también se refirió al flujo de migrantes hacia el territorio de Estados Unidos en busca de mejores oportunidades de vida, y al mismo tiempo a la deportación de miles de connacionales, al ser calificados de “ilegales” en diferentes ciudades de Norteamérica.

Sin duda, las reflexiones de los religiosos constituyen un jalón de orejas a los principales funcionarios que están al frente de los tres Organismos del Estado, especialmente al Presidente de la República, señor Jimmy Morales, quien en lugar de tener un distanciamiento con el Procurador de los Derechos Humanos, la Fiscal General y el Jefe de la CICIG, debería sumar sus esfuerzos con acciones específicas y no con simples discursos demagógicos, para fortalecer la lucha en contra de la impunidad.

Desafortunadamente, la percepción entre el pueblo, es que el Presidente se ha convertido en una figura decorativa, que parece estar subido a una nube disfrutando las “mieles del poder”, dándose gustitos extravagantes como se ha denunciado públicamente, que le cuestan miles de quetzales al pueblo de Guatemala, entre ellos la compra de lentes (anteojos) de marca exclusiva con un precio de más de 20 mil quetzales, “para mejorar su imagen” o deleitarse con botellas de fino whisky valoradas, cada una, en 3 mil quetzales.

Mientras tanto, los niños de muchas escuelas tienen que recibir sus clases en el suelo porque no tienen pupitres.

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