Juan Francisco Reyes López
jfrlguate@yahoo.com

En una democracia, en un Estado republicano la Constitución Política de la República y las leyes deben ser del conocimiento de todos los habitantes y ciudadanos del país, todos estamos subordinados al respeto y observancia de las mismas, especialmente los funcionarios públicos.

En la página 321 de su libro, el presidente Álvaro Arzú dice: “Me encontraba jugando con los del Estado Mayor Presidencial en la casa de La Antigua, cuando aparecieron dos helicópteros y poc.poc.poc, empezaron a descender, casi como aterrizando, y giraban y sobrevolaban otra vez. Las palomas aletearon, las pobres, por el viento que producían las aspas de los helicópteros. “Es Portillo”, me dijo uno de los oficiales. En el segundo helicóptero iba Paco Reyes, porque no creo que volaran juntos. Estaban saliendo de un mitin en La Antigua, cuando ya se consideraban ganadores. Y continuaron sobrevolando como para amedrentarme. Entonces, yo pedí: “Tráiganme un fusil”. Pero el oficial se resistió: “No, señor Presidente.” “Que me lo traigan”, dije, y me lo llevaron. Apunté hacia los helicópteros, que al verme los pilotos de inmediato se retiraron y desaparecieron en el horizonte. Eran los helicópteros prestados de los jeques empresariales, para hacer campaña en contra de nosotros, a favor del FRG y Portillo”.

Por Dios, me cuesta comprender que quien ha fungido como Presidente de la República pueda permitirse semejantes afirmaciones y/o expresiones”.

Álvaro no cita día o fecha en la que se encontraba en su casa de Antigua Guatemala jugando fútbol con los oficiales del Estado Mayor Presidencial, aun así puedo manifestarle que “no conocí su casa particular en La Antigua sino hasta en años recientes cuando se realizaban trabajos en la carretera que de Ciudad Vieja conduce a Antigua, lo que obligó a desviar el tráfico y al hacerlo uno de los miembros de la SAAS que me acompañaba en mi retorno a la Ciudad de Guatemala, me indicó, aquí es la casa de don Álvaro Arzú. Pasé enfrente de una pared pintada de color rojo, de una extensa propiedad ubicada en las orillas de La Antigua Guatemala hacia Ciudad Vieja.

Alfonso y yo al principio de nuestra campaña presidencial viajábamos en un solo helicóptero y es cierto que al final de la campaña llegamos a tener de forma gratuita dos o tres helicópteros, pero nunca descendimos sobre la casa de Álvaro Arzú o cualquier otra propiedad.

Es injustificable que una persona, menos un Presidente pueda ordenarle a un oficial del Estado Mayor Presidencial que le lleve un fusil de combate para amenazar a los tripulantes de dos helicópteros que se están acercando, en su criterio, a un inmueble particular donde él se encuentra, y mucho menos puede justificarse una orden ilegal como lo es insistir en que el oficial acepte entregarle al Presidente de la República un fusil de combate para que este apunte de forma ilegal a dos helicópteros particulares.

Imaginémonos el grave e inexplicable delito que sería dispararle e incluso acertarle un disparo a una persona particular, ya no digamos a un candidato presidencial o vicepresidencial, quienes desde el momento de ser inscritos en el Tribunal Supremo Electoral gozan de antejuicio y como es natural del fuero de ciudadanos. Son exabruptos los que colocan en situaciones ilegales a una persona.

¡Guatemala es primero!
Continuará…

 

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