Sandra Xinico Batz
sxinicobatz@gmail.com

Hace unos días tuve la oportunidad de conocer por primera vez la ciudad de Yax Mutul (Tikal), un territorio que corresponde al pueblo Chol del que aún sabemos muy poco a pesar de que sus descendientes están vivos entre nosotros. Tal como me la imaginé, es una ciudad impresionante, con misterios milenarios que fatalmente han sido esoterizados pues lo complejo de desconocer la historia es precisamente que esto alimenta nuestra ignorancia del presente.

Observar y sentir una ciudad como esta genera inevitablemente una gran cantidad de preguntas que es importante hacernos ya que nada está determinado y la historia oficial nos ha dado suficientes razones para desconfiar en la poca y además tergiversada información que nos han “enseñado” sobre lo que (mal) intencionadamente ha llamado “ruinas” para referirse a las ciudades que construyeron y edificaron nuestros antepasados y así desligar a los mayas actuales de su historia.

Estando en esta ciudad me percaté que la mayoría de guatemaltecas y guatemaltecos que la visitan desconocen la historia del lugar y perdura la idea de estar en un lugar muerto del que misteriosamente desaparecieron sus habitantes. Decenas de niñas y niños deambulan entre las estructuras con actitud de aburrimiento ya que no comprenden lo que ven y tampoco nadie se los explica, corretean de un lado a otro intentando darle un poco de sentido de estar allí, en una tierra milenaria, incomprensible.

Algunos pocos “nacionales” optan por contratar a un guía del “parque” para que les dé un “tour” (recorrido) por el lugar. Los guías hablan sobre que los mayas de Tikal se extinguieron porque destruyeron su entorno y que hablaban en “maya”. A los extranjeros además de estos detalles se les puntualiza lo “energético” del lugar por aquello de que estos practiquen yoga y se emocionen de subir a alguna estructura para realizar alguna pose. Está claro que no toda la responsabilidad de esto les pertenece a los guías pues ¿quiénes los forman?

Algunas personas se compartan como si estuvieran en un “safari maya”. El respeto a un lugar sagrado como este es un elemento ausente y hasta se preguntarán: ¿respetar qué? En las plazas se venden cervezas (Gallo) para que los turistas suban ebrios sobre las estructuras y luego dejen tiradas sus botellas por doquier. Los guardias del sitio están ocupados vendiendo estas cervezas en lugar de asegurarse de que las personas no destruyan el lugar.

Las personas tienen rótulos frente a sus ojos que dicen “no subir” y perece que entienden todo lo contrario porque se montan sobre estas estructuras con todo y niños. La basura está por todos lados y hasta se puede cocinar entre los palacios. Se oyen gritos entre los senderos del público que intenta imitar a los monos para que estos se muestren. Los comentarios entre los muros son “hubiéramos traído una pelota porque aquí se ve calidad para jugar un partidito”.

¿Quién va a respeta algo que no conoce ni considera suyo? ¿Qué significa el patrimonio en este país?

 

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